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Actualizado: 19 de junio de 2025
Los agarró del brazo para que no saltasen a tierra mientras el chófer evolucionaba penosamente en el estrecho camino dando la vuelta. El hermano quiso reunirse con sus amigos, como si en esta soledad pudiesen hacerle algún obsequio.
Imitando, o mejor diremos, prefigurando al héroe de una novela de Gabriel d'Anunnzio, aunque sin premeditación ni alevosía, sin sutilezas psicológicas y sin celos retrospectivos, sino en el arrebato y en la excitación del insomnio, agarró al Principito y lo arrojó al mar por la ventana del camarote.
Un desagradable olor de moho, mezclado con el de la cera quemada, se me agarró a la garganta, mientras la luz de los cuatro cirios temblaba en la vasta obscuridad como al soplo de invisibles fantasmas. No sé qué fúnebre impresión se apoderó de mí... Y como, por otra parte, no tenía nada que decir a la muerta, me apresuré a marcharme.
¿Sabes lo que vamos a hacer? indicó doña Lupe, algún tiempo después, aprovechando la relativa calma que en su sobrino se notaba . Pues vamos a darle de almorzar. Su mujer le agarró por un brazo para llevarle a la mesa, y él no hizo ninguna resistencia.
Treinta, y bien sabe Dios que nada gano.... Treinta, no me diga que no, porque me muero de rabia. Vamos... choque usted. Batiste agarró la cuerda y tendió una mano al vendedor, que se la apretó enérgicamente. Trato cerrado.
Entonces el Cigarrero, por última inspiración, soltó la capa, se agarró fuertemente al rabo de la bestia y comenzó a colearla; dio tantas vueltas, que al fin cayó mareado; el Gordo la llevó con la capa lejos.
Sabía de buena tinta que la traviesa Amparito había tronado con el artillero; consideraba además como de muy buen signo que doña Manuela hubiese invitado a su familia, desechando la anterior frialdad; pero a pesar de esto, el bebé le había recibido con una sonrisa maligna, burlona, y antes de que hablara, se agarró del brazo de sus amigas, dejándole con la palabra en la boca.
Y diciendo y haciendo los agarró con mano crispada del brazo, y bajándolos de la silla los arrastró hasta el lavabo del gabinete contiguo, y quieras que no les metió la cabeza en una disolución de sublimado y les restregó los labios y las mejillas casi hasta hacerles brotar la sangre. Los niños protestaban con altos gritos de aquel lavatorio intempestivo y cruel.
Agarró un moro de mi madre por el brazo derecho, el teniente del barco la tiró hácia el por el izquierdo; un soldado moro la cogió de una pierna, y uno de los piratas asió de la otra; y casi todas nuestras doncellas se encontráron en un momento tiradas de quatro soldados. Mi capitan se habia puesto delante de mí, y blandiendo la cimitarra daba la muerte á quantos á su furor se oponian.
Hay instantes en que resulta grosera la más delicada voluptuosidad: amar sin deseo es peor que comer sin hambre. Anda dijo ella, tragándose el salado amargor de las lágrimas ; confiesa que no vuelves..., que te has cansado de mí. Entonces él no pudo más, y mintió por salir del atolladero, exclamando: ¡No he de volver! A esta frase se agarró ella como a clavo ardiendo.
Palabra del Dia
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