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Actualizado: 24 de julio de 2025
También el templo de Minerva, en Siracusa, cuya lanza de oro saludaban los marineros desde lejos, derramando en las aguas una copa de vino, se ha convertido en capilla de la Virgen. Todos los promontorios marítimos y toda cima de colina, toda montaña coronada por un templo, tierra adentro, ha conservado adoradores, aunque haya cambiado el nombre.
Y á fin de que el lector conozca á fondo la vida de los actores españoles de ese tiempo, como si estuviera presente, extractamos aquí un trabajo del año 1649, de autor desconocido, que abunda en rasgos satíricos contra los cómicos coetáneos, y más particularmente contra las actrices más famosas y sus frívolos adoradores : I. Pero á Jano escuchad.
Acaba de subir a la cubierta, y ya van saliendo del fumadero sus adoradores... ¡Saludo a la pasajera más hermosa de todo el buque! Nélida dilató los frescos labios, contestando con su sonrisa felina a la genuflexión versallesca de Isidro. Luego pasó ante «el banco de los pingüinos» irguiendo su aventajada estatura, desafiando con su mirada cándida el enojo de las imponentes señoras.
Comprendo el encanto que ejerce el Emperador sobre los caracteres estacionarios, adoradores del pasado. ¡Una gran persona el tal don Carlos! Valeroso en el combate, astuto en la política, alegre y campechano como un burgomaestre de su país; gran comedor, gran bebedor y aficionado a tomar por el talle a las muchachas. Pero no había en él nada de español.
Ella era la alegría del buque; la mujer más hermosa e interesante: estaba dispuesto a declararlo en verso. Pero ¿cómo acercarse viéndola secuestrada por sus adoradores, defendida por aquella escolta feroz, que a su vez parecía fraccionada y enemistada por los celos?
Y señalaba un jovencito moreno, subido de color, sentado entre los adoradores de Nélida. Es el hermano pequeño, el único que se asemeja a la madre. Acompaña a Nélida por todo el buque, y ella lo acepta como una prolongación de la familia, porque esta vigilancia honorable le permite ir sola entre los hombres. El muchacho es medio imbécil, le dan ataques epilépticos, habla con incoherencia.
Abandonada por sus adoradores, y olvidada del público, María Ana se refugió en su hotel de la calle de San Honorato, donde vivió varios años entregada á sus cacatúas, á sus perros y á sus gatos; aquellos serían sus últimos amantes, los más fieles.
Las montañas que tienen, á lo menos, el mérito de ser hermosas, forman parte del número de esos dioses que van perdiendo ya sus adoradores. Sus truenos y sus aludes no son ya para nosotros los rayos de Júpiter: sus nubes dejaron ya de ser los vestidos de Juno: ya subimos sin temor á los valles altos, residencia de los dioses ó guarida de genios.
Los antecedentes del Conde y su carácter y posición militaban en contra de lo que deseaba; no se avenían con el papel que anhelaba representar. El Conde de Alhedín tenía fama de conquistador punto menos que irresistible. Y por otra parte, nadie dejaba de notar que los adoradores perpetuos, los amantes de eterno suspiro han sido siempre de abajo arriba, y no al revés.
Uno de los adoradores se inclinó ofreciéndole la llama de un fósforo.
Palabra del Dia
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