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Absorto en su alegría, nada acertaba a contestar Morsamor, cuando se vio cercado de multitud de gente, así del pueblo como de los mismos aventureros que militaban bajo sus órdenes. Entusiasmados todos por sus hazañas, le aclamaban por héroe, casi le adoraban como a un semidiós y le levantaban en hombros para llevarle en triunfo. En aquel bullicio y alborozo Urbási y Morsamor se separaron.

Empero los indios, testigos oculares, decian que apenas llegaban los soldados al número de 600 ó 700: lo mismo referian otras cartas de algunos capitanes españoles, que militaban entre los Portugueses, que no pasaban del número de 1,150; que muchos caballos se les habian muerto, y probablemente se les habian de morir todos con la seca; y que una embarcacion de algunos artilleros se la habia tragado el mar.

Los antecedentes del Conde y su carácter y posición militaban en contra de lo que deseaba; no se avenían con el papel que anhelaba representar. El Conde de Alhedín tenía fama de conquistador punto menos que irresistible. Y por otra parte, nadie dejaba de notar que los adoradores perpetuos, los amantes de eterno suspiro han sido siempre de abajo arriba, y no al revés.

Con sagacidad finísima observaba los elementos de uno y otro partido, la calidad y número de las personas que en ellos militaban, el grado de fuerza y vitalidad que en el país tenían, y hallándolos casi iguales y contrapesados, esperaba a que el tiempo y la Providencia robusteciera al uno con detrimento y merma del otro.

Mas sus feligreses, oponièndose otra vez, como lo habian hecho en otras ocasiones, decian que ellos no sufririan que se le quitasen del todo, hasta tanto que ellos recibiesen los preceptos de la boca del P. Provincial, y que le pudiesen proponer las razones que militaban por la parte contraria. Se frustró, pues, por tercera vez el proyecto.

El emperador Andronico temiendo que Roger descubiertamente no tomase las armas contra él, y siguiese la voluntad de los Catalanes, ofendidos del engaño que hubo en las monedad de sus pagas, quiso que el Príncipe Maruli general de los Romeos que militaban con Roger en el Oriente, fuese de su parte á traerle á Constantinopla, y le asegurase de su voluntad, que siempre habia sido de hacerle merced, y engrandecerle, y juntamente le ordenó que dijese á su hermana Irene que se viniese con él, por parecerle que tendría autoridad con el hierno para persuadirle lo que importase.

Las nuevas ideas, que entonces conmovían profundamente el corazón de la juventud, habían hallado en el joven Lázaro un creyente decidido. Era uno de los que, brotados en el tumulto de un aula de Filosofía militaban con pasión generosa en las filas de los propagadores políticos, entonces tan necesarios.

Nicephoro dice, que los Catalanes la emprendieron á persuasion de los Turcoples, porque en el tiempo que juntos militaban debajo de las banderas del Imperio, los Masagetas como mas poderosos en la reputacion, de las presas siempre les trataron con desigualdad, y les hicieron agravio, de que quisieron los Turcoples por este camino tomar satisfaccion y Montaner solo dice que fué pensamiento de los Catalanes, y dejase bien creer, porque en materia de venganza no habia para que solicitarles.

Apénas dimos los primeros pasos en la carrera de una ciencia, se nos ofrecieron ciertos axiomas como de eterna verdad, se nos presentaron ciertas proposiciones como sostenidas por demostraciones irrefragables, y las razones que militaban por la otra parte, nunca se nos hizo considerarlas como pruebas que examinar, sino como objeciones que soltar. ¿Habia alguna de nuestras razones que claudicaba por un lado? se acudia desde luego á sostenerla, á manifestar que en todo caso no era aquella la única; que estaba acompañada de otras cumplidamente satisfactorias; y que si bien ella sola quizas no bastaria, no obstante añadida á las demas no dejaba de pesar en la balanza y de inclinarla mas y mas á favor nuestro. ¿Presentaban los adversarios alguna dificultad de espinosa solucion?

Servía la duquesa á Lerma tan de buena voluntad, con tan buena intención, ya lo hemos dicho, como que creía que todo lo que faltaba á Felipe III para ser un mediano rey, sobraba á Lerma para ser un buen ministro. Militaban además en el ánimo de la duquesa en pro del favorito, razones particulares de agradecimiento. La duquesa era madre.