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Actualizado: 6 de junio de 2025


Porque es tal el respeto y el cariño, la adoracion inmensa que en siento, que, aunque el cielo me dió el dolor por vida y lo que es sufrir desde muy niño, volveria contento á empezar esta lucha maldecida, si, al ligarme á la tierra nuevos lazos, me arrullara tu acento al dormirme tranquilo entre tus brazos.

De Goethe se dice que antes de cumplir los ocho años escribía en alemán, en francés, en italiano, en latín y en griego, y pensaba tanto en las cosas de la religión que imaginó un gran «Dios de la naturaleza», y le encendía hogares en señal de adoración. Con el mismo afán estudiaba la música y el dibujo, y toda especie de ciencias.

Los contratistas, los capataces, los químicos, toda la gente que formaba la clase sedentaria de las minas, admiraba á Aresti, poniendo en su adoración algo del asombro que despierta en el vulgo el desprecio á las riquezas materiales. Le gusta vivir con nosotros decían con orgullo.

Lo único que sentía era no tener ropa con que disfrazarse de magnate o de emperador; de algo, en fin, con autoridad para hacer que el mundo entero se postrara en adoración de aquella sirena.

¡Vos! exclamó Roger apasionadamente. ¡Vos sois un ángel del cielo, mi único pensamiento, mi vida entera! ¡Oh, Constanza, sin vos no puedo vivir, como puedo dejaros sin una palabra de amor! Desde que os por vez primera todo ha cambiado para . Soy pobre y no de vuestra alcurnia, aunque de origen noble, pero os ofrezco un amor acendrado, una adoración constante y eterna.

En el altar mayor dejó una Asunción, La Visitación de Santa Isabel á la Virgen, La Encarnación, El Nacimiento de Jesús, La Adoración de los Reyes, los cuatro doctores de la Iglesia, San Buenaventura y un crucificado, y en otros retablos las imágenes de Santo Domingo, Santo Tomás y San Vicente Ferrer.

El cocinero mayor abrió el arcón, que apareció lleno de talegos; buscó uno de ellos con la vista y con las manos, con cierto respeto de adoración; desató lentamente su boca, y procurando que las monedas no chocasen, sacó como hasta una veintena de doblones de oro. Hago un sacrificio, un inmenso sacrificio exclamó suspirando , el mayor de todos: dejar mi casa sola.

Había concluido por ver, en el excesivo afecto amistoso que le demostrara ella, la manera de un fino agradecimiento, para compensarle de no poder corresponder al adivinado deseo de adoración.

Tal proceder impresionó fuertemente el corazón de la pobre ciega; si antes amaba entrañablemente a su novio, desde entonces su amor se convirtió en adoración. Efectuose el matrimonio, casi por la misma época que el de don Germán con Elena. No se pasaron muchos días sin que una nueva desgracia cayese sobre ellos y les pusiese a prueba.

Yo le rechacé con furia; pero don Paco pudo suponer, y de seguro supuso, que mi furia era fingida porque él había entrado y porque yo le había visto y trataba de aparentar inocencia. ¿Sabes lo que yo temo? Pues temo que don Paco, juzgando una perdida a la mujer que era objeto de su adoración, se ha ido desesperado sabe Dios dónde.

Palabra del Dia

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