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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
El pueblo cree que está viendo representar el sainete de Castillo <i>La casa de vecindad</i>, y quiere tomar parte en la función. ¿No es verdad, Araceli? Sí señora. Ese nuevo actor que se mete donde no le llaman, dará disgustos a las Cortes. El pueblo quiere que juren dijo Flora. Y querrá también que se les ponga una soga al cuello y se les cuelgue de las bambalinas.
Al volver a su despacho ya no les hizo caso alguno. Pasó por entre ellos como un actor que atraviesa los bastidores después de haber estado un rato en escena. Unos minutos después tornó a salir bajando a las habitaciones de su esposa. Hallóla sola, entretenida en leer un libro devoto.
La compondrán dos académicos de la Real Academia Española, elegidos por sus compañeros; uno de la sección de música de la Academia de Bellas Artes; otro elegido por las secciones de artes del dibujo que hay en la misma Academia; otro elegido por la Academia de la Historia entre sus individuos de número; y, por último, el primer actor del teatro que ya hemos creado.
Hay que querer, con cariño fetiquista, esa vida, bella y ridícula á la vez, de la farándula; hay que sentir la majestad de los escenarios, la religión de sus pobres paredes de trapo, de sus bambalinas, de sus cielos de gasa, de sus árboles pintados, de sus montañas y de sus bosques druídicos, fabricados con madera y cartón, de «sus multitudes» que rugen, obedeciendo á una señal, entre la obscuridad de los bastidores; y hay que amar también á ese tipo extraño, compuesto de docilidad y de orgullo, de fatuidad y de sencillez, indomable á ratos y á ratos también manejable y candoroso como un niño, que se llama actor.
Al fin, llegó éste, después del segundo acto, y jamás ningún actor querido del público obtuvo un recibimiento más entusiasta que el que hicimos al notario. ¡Ya está aquí! ¡Gracias a Dios! ¡Vamos, querido, ya era tiempo de que llegase! ¡Qué tarde viene usted!
Todo lo que había aprendido en las praderas de Texas le sirvió para su gloria artística. Ningún actor supo como él montar á caballo, echar el lazo, batirse á puñetazos, manejar las armas. Allá, entre vaqueros de verdad, había sido un discípulo mediocre, un muchacho de la burguesía empeñado en hacerse cow-boy bajo la obsesión de ciertas lecturas.
Angulo. Hubo dos actores célebres de este nombre en los teatros españoles, llamándose á uno Angulo el malo para distinguirlo del otro, y habiendo sido uno director de una compañía de cómicos y poeta dramático, y disfrutado el otro de gran fama como actor, según nos cuenta Cervantes en su Coloquio de los perros.
El famoso actor, que entonces llegaba al cénit deslumbrante de su celebridad, sintió hacia el aventurero bordelés un afecto paternal; él mismo le decía cómo debe estudiarse; refrenaba sus intemperancias, corregía la exaltación meridional de sus gestos y la dureza hirviente de su voz.
Mientras es actor en los sucesos del siglo en que nace, todo va bien; pero desde el momento en que, gastado el eje de su vida, se constituye en mero espectador, nada es de su agrado.
Azorín dice respirando holgadamente , ¡qué gratos recuerdos guardo yo del teatro! ¡Qué cosas podría yo contarle a usted! ¿Usted no ha conocido a Pepe Ortiz? No; usted no ha conocido a Pepe Ortiz. Era un actor excelente. Esta cadena la llevó él una semana. Mírela usted; tóquela usted. El viejo, con un gesto rápido, se quita la cadena.
Palabra del Dia
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