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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Las personas razonables, al llegar al puerto de mar, lo primero que deben hacer es aclimatarse, respirar: el mes de junio es excelente para el caso julio y agosto para tomar los baños; septiembre, y á veces octubre, procuran el descanso de los fuertes calores, dulcifican la excitación producida por la acritud salina, consolidan los resultados, y aun con sus frescos ventarrones acostumbran á los fríos invernales.
En sus bautizos, que celebran según los ritos, acostumbran á tener grandes comilonas, cuya importancia varía según los padrinos, y uno de sus preceptos más respetado es la circuncisión, que llevan á cabo, como muchas razas filipinas, no sólo con sus descendientes, sino con todos los que hacen vida común con ellos.
Poseía la blonda señorita, algo, o mucho, de la singular belleza de dos mujeres muy célebres y admiradas entonces: Adelina Patti y la Emperatriz Eugenia. Alta, delgada, esbeltísima, «ideal», como acostumbran a decir los poetas, en Gabriela se juntaban maravillosamente la frescura de una arrogante juventud y los encantos misteriosos de una belleza apacible y casta.
Para estas ausencias, que siempre son de meses, y tal vez de año o años, lo que acostumbran es presentarse al gobernador o teniente del distrito pidiendo el pase para el viaje que va a emprender, el que se le concede en cuanto está de parte del gobierno secular; y con este solo requisito se ponen en camino, van a la capital, se presentan, negocian el cobro de sus sínodos y demás a que van, y ni por parte de su religión, ni por la del obispo, se les hace ningún cargo.
»Los hombres solteros, cuando llega la noche, acostumbran, después de pasear por el Prado y tomar una comida frugal, montar á caballo, llevando á las ancas á sus escuderos, y lo hacen así para no perderlos de vista, porque como cabalgan rápidamente por las calles en la obscuridad más completa, sería imposible que los siguiesen sus escuderos; también temen ser atacados por detrás, y el escudero sirve para parar los golpes y vigilar en defensa de su amo, aunque lo más general es que, en estos casos, tomen la huída estos defensores que no se suelen preciar de valientes.
Descargó un porrazo con el vaso en la mesa, y añadió sentenciosamente: Son una calamidad las mujeres de los pueblos.... Hechas de alfeñique.... Le aseguro a usted que tiene una debilidad, y una tendencia a las convulsiones y a los síncopes, que.... ¡Melindres, diantre! ¡Melindres a que las acostumbran desde pequeñas! Pegó otro trompis y se levantó, dejando solo en el comedor a Julián.
Despues de visperas, se halló que ya no habia para el sustento del ejército mas que un poco de cecina cocida, de modo que no habia víveres sino para un dia, por la ninguna providencia que acostumbran los indios. Se mandó que al dia siguiente se depachase un mensagero á traer reses, y que entretanto se diminuyese la racion á la tropa.
No se nota en estos pueblos aquel bullicio que ocasionan las gentes en las poblaciones; cada uno en su casa observa un profundo silencio, no se juntan a conversación ni diversión alguna, ni aunque estén juntos se les ofrece qué hablar, porque están faltos de especies; ni tienen juegos para pasar el tiempo desocupado, ni aun los muchachos juegan ni se divierten en las plazas y calles, como es propio de su edad; no se oyen cantares en su idioma, ni en castellano, y así no se les oye cantar en sus faenas ni ocupaciones, como lo acostumbran los trabajadores para aliviar el trabajo; ni tampoco cantan las indias, ni aun saben ellos ni ellas hablar alto.
Después de las infinitas sandeces y extravagancias con que los del vecino imperio acostumbran á pasar ratos tan frecuentes de buen humor á costa de nuestro país, apenas se concibe que no haya habido algun escritor español que dijera de ellos tantas verdades, cuantas son las mentiras que ellos han dicho de nosotros.
Como habíamos previsto, atribuyeron el hecho a las hadas del bosque, pero al contar a sus padres lo ocurrido, éstos le indicaron la verdad del suceso, que bien pronto adivinaron; tanto es así, que al día siguiente nos pagaron la sorpresa con otra sorpresa, pero de un modo muy delicado, según acostumbran aquellos buenos campesinos.
Palabra del Dia
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