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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Mi nombre es Ra-Ra, y en cuanto á familia, tuve una en otro tiempo y fué de las más ilustres de este país; pero ahora me conviene no acordarme de ella. Hubo tal expresión de melancolía en la voz del pigmeo al decir esto, que Gillespie no se atrevió á insistir acerca de su familia, y dió otro curso á su curiosidad. ¿Cómo sabe usted el inglés? ¿Se lo ha enseñado el profesor Flimnap?
No; quédese ordenó ella . Tiempo tengo de acordarme de él... Hablemos... Dígame esas palabras bonitas que usted sabe decir y que parecen de comedia: exageraciones, mentiras, cosas de hidalgo que habla de morir si no lo aman.
Sólo me observó, sonriendo con tristeza: No puedes engañarme. ¿Para qué voy a darte mil nombres, malos y buenos, propicios y funestos, alegres y terribles, si tú mismo, no sabiendo cómo te llamas, no podrás advertirme cuando acierte o desacierte?... Hice yo un doloroso esfuerzo de memoria... Un largo y doloroso esfuerzo de memoria... Y no conseguía acordarme de mi nombre.
No volví a acordarme más del formidable buque imaginario, hasta que treinta años más tarde supe la aplicación del vapor a la navegación, y más aún, cuando al cabo de medio siglo vi en nuestra gloriosa fragata Numancia la acabada realización de los estrafalarios proyectos del mentiroso de Trafalgar.
Y así por no acordarme de tal llanto, De tan crudo dolor y triste suerte, Quisiera fenecer con este canto, Que dudo que mi pluma bota acierte. Que puesta la memoria en el quebranto, Cuando me ví tan cerca de la muerte, Temo se ofuscar
Yo creo dijo que nos hemos visto otra vez, pero no puedo acordarme dónde, por más que pienso. ¡He corrido tantos países!... ¡he conocido tantos hombres!... Robledo la miró con severidad, al mismo tiempo que preguntaba bruscamente: ¿Cómo se llama usted?
Asimismo me he dejado arrebatar al acordarme de ver en Buenos Aires aquel raciocinio general sobre si puede ó nó importar al Estado la costa patagónica, haciendo la descripcion de sus terrenos, aguas, temperamentos, frutas que produce y que puede producir, sin que la hayan visto ni pintada, ni entiendan su pintura: entre los cuales representan un gran papel aquellos que han estado aquí, ó en San José, sin que hayan visto que terrenos son estos; pues su inaplicacion, pereza, cobardia é ineptitud no les ha dado lugar á que se separen talvez cuatrocientos pasos de la orilla del agua ó habitacion: y estos tienen en toda asamblea voto decisivo, y como están unidos con su pereza y aborrecen el trabajo, son los mas empeñados en formar corrillos contra estos establecimientos.
Entonces comprendí por qué mi viejo compañero nos conducía tan aprisa a la arboleda. A pesar de esto palpitábame el corazón, especialmente al acordarme de mis pobres amigos. De repente, cuando llegábamos al lindero, echaron al galope detrás de nosotros a los perros...
Perdí un hijo, y sólo puedo acordarme de él con remordimiento; me inventé otro, y me lo has quitado. Luego, como si se quejase contra algo superior que había regido sus destinos, añadió: ¡Qué suplicio!
Pase que en otro tiempo, cuando nuestra desgracia nos tenía poco menos que en la miseria, ocurrieran ciertas cosas..., ciertas barbaridades, Mariano, de que no quiero acordarme... Echémosles una losa encima. Pero ahora ya han cambiado las cosas. Eres un bárbaro, y vas a empezar a desbastarte. Tú no seas tonto; principia por convencerte de que eres persona decente, y así tendrás dignidad.
Palabra del Dia
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