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Actualizado: 16 de junio de 2025


Después que el boticario de la Palma Alta me vendó la mano no volví a acordarme de tal cosa, y no digo yo dedo y medio, sino los cinco de cada mano me hubiera yo arrancado con los dientes, con tal de hallar a mi idolatrada Inés, ¡a aquella rosa temprana, a aquel jazmín de Alejandría!... Durante este tiempo no me olvidé de ti, pues el mismo día 3 te hice conducir a esta casa, que es la mía, en la cual has permanecido hasta hoy, y donde, gracias a los cuidados de tan buena gente, has recobrado la salud.

No creo que las lenguas de las naciones de los Puelches, de los de Chaco, ó Guaraníes tengan esta particular propiedad, ni que pueda acordarme del todas ellas para satisfacer debidamente; pero sin embargo procuraré dar la mejor razon posible de estas transiciones. De mi á ti, ó á Vds.: de V. á mi: de él á mi: de él á V., y de mi á él. La otra cuando es recíproca.

Mas ¡Ay! que en acordarme del tal cuento, Temblando estoy, confuso y temeroso: Que tales cosas , que parecia Que el juicio final llegado habia.

Porque si comienzo a cavilar en esas cosas, doy en no comer, en no jugar, en no dormir... Esta noche de fijo no pegaría ojo... y después dice el señor de Rada, en latín, que enfermo del cuerpo y que vendré a enfermar del alma.... No quiero acordarme sino de mis juegos, y de mis lecciones; de eso no, padre, porque se me va adelgazando, adelgazando el magín, y me paso horas enteras con las manos cruzadas, sentada, hecha un poste.... El caso es que cuando me da por ahí, se me antoja que ni todos los hombres del mundo juntos valen lo que un novio como me finjo yo al mío... que tampoco está en el mundo, ¡no crea usted! está allá en unos palacios, y en unos jardines muy remotos.... En fin, no explicarme; ¿usted comprende?

Así es la Mancha. Al atravesarla no podía menos de acordarme de D. Quijote, cuya lectura estaba fresca en mi imaginación. Durante nuestras jornadas nos aburríamos bastante, menos cuando Santorcaz nos contaba algún extraordinario suceso de los que en lejanos países había presenciado.

La airosa y altísima arboladura, la animación del alcázar, la vista del cielo y la bahía, el admirable orden de cuantos objetos ocupaban la cubierta, desde los coys puestos en fila sobre la obra muerta, hasta los cabrestantes, bombas, mangas, escotillas; la variedad de uniformes; todo, en fin, me suspendió de tal modo, que por un buen rato estuve absorto en la contemplación de tan hermosa máquina, sin acordarme de nada más.

Sin acordarme ya de la joven ni del novio, ni de otra cosa en el mundo, repetí a la cigarrera, con frase calurosa y más amplificada, lo que me había sucedido con mi novia, y que a toda prisa le había contado por la mañana en la fábrica.

No debo acordarme más de lo que usted me ha hecho, querida tía; es, por tanto, inútil hablar de ello. Pero hay alguien respecto del cual usted ha cometido faltas serias ... Á éste no le ha dicho usted nada todavía ...

Y estas horas de mi sosiego no las pasaba ociosas, porque en ellas ocupaba la memoria en acordarme de muchas cosas, especialmente en la vida que había tenido en el Matadero. Pero habrélas de callar, porque no me tengáis por largo y por murmurador.

14 Y será, que cuando anublare sobre la tierra, entonces mi arco aparecerá en las nubes. 16 Y estará el arco en las nubes, y lo veré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que está sobre la tierra. 21 y bebió del vino, y se embriagó, y se descubrió en medio de su tienda.

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