Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
A las veces sólo quiero acordarme de Ramiro, y me siento como hechizada. ¡Ah, y qué celos me asaltan! Tengo celos no sé de quién, celos rabiosos de todos los estrados, de todas las celosías e aun de la fontana de la plazuela con sus mozas de cántaro. ¿No echaría sobre mis ropas o mis cabellos algún polvo de brujas el día aquel de las polillas?
Yo no quiero acordarme de que su nombre puede existir, porque para mí ha muerto ¿entiende usted?... ha muerto... muerto... E hizo con el dedo una cruz en el aire, mirándome con expresión de triunfo, como si con eso hubiera dado el golpe de gracia a mi pobre Pütz. Eso no impide, señor de Krakow dije, que...
Para llevar a cabo este propósito, lo primero que se me ocurrió fue no acordarme más de Teresa, ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después, abreviar cuanto pudiese los asuntos. Según mis cálculos quedaría libre a los cinco o seis días.
Dominándose al cabo el Comendador, contestó á su sobrina: Mal puedo acordarme y mal puedo haber olvidado á esta señorita, á quien nunca he visto. Á quien sí he conocido y tratado mucho es á su señor padre; y también, á pesar de la vida retirada y austera que siempre ha hecho, tuve el gusto de tratar y ser amigo de mi señora Doña Blanca Roldán. ¿Cómo está su señora madre de V., señorita?
Y siempre una reunión política, un viaje ó un incidente revolucionario de molestas consecuencias me impedía escribir á mi futuro traductor. Al fin, pude enviarle cuatro líneas autorizándolo para dicha traducción, y no volví á acordarme de él.
Tan luego como esta enojosa ocupacion se terminó, continuamos nuestro viaje hasta Bayona. Antes de llegar á esta ciudad, no obstante ser el trayecto tan corto, tuve lugar de acordarme de las casas de Beneficencia y de las formas con que se recibe á los extranjeros.
¿Puedo volver a ver, por ejemplo, esa encantadora hierba doncella, tan querida de Rousseau, sin acordarme de que cuando tu primera visita a estos campos nos gustaba tomarla sobre la alfombra fresca y sombreada de este bosquecillo, en memoria de un escritor cuyas obras adorábamos?
Como el Rodolfo de mi novela, gran lector de libros románticos, eran todos mis compañeros de mocedad, te lo aseguro a fe de caballero, y ni más ni menos que como Villaverde algunas ciudades de cuyo nombre no quiero acordarme. Ruégote por tu vida, amigo lector, que no te metas en honduras, que no te empeñes en averiguar dónde está Villaverde, cuna de mi protagonista.
Y cuando me metieron en el convento, también... ji ji ji... besos por el aire... y tú sin acordarte de mí, malo...». ¡Sin acordarme! Desde que volví de Valencia te estoy dando caza... ¡Lo que he pasado, hija! Ya te contaré. Y al fin te he cogido... ¡ah, buena pieza!
«En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, rocín flaco.....» Tilín, tilín. ¿Qué es eso? pregunta con sorpresa al compañero que tiene al lado. Nada, que tocan a cerrar contesta el otro levantándose.
Palabra del Dia
Otros Mirando