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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Y cuando la señora calló, aniquilada, él prorrumpió en amarga lamentación contra la suerte negra que le acompañaba en la vida: de niño, torturado por la severidad exagerada del padre; de joven, castigado por la pérdida de la mujer y de su fortuna, y ahora, de viejo, obligado a abandonar la última ilusión que le quedaba y le sostenía: ¡su hijo!
Pep le había visto pocas veces, y sin embargo, temblaba aún de respeto al recordar su aspecto señorial, su cara grave, limpia de sonrisas, y el gesto imponente con que acompañaba sus bondades. Era un rey a la antigua, uno de aquellos reyes buenos y justicieros, padres de los pobres, con el pan en una mano y el palo en la otra.
Algunos ratitos le acompañaba; pero pronto se dirigían ella y su colega al aposento más lejano, que era la Furriela. Nunca explicó claramente la marquesa a su amiga cómo había sido aquel feliz arreglo de la famosa apretura del día 14; pero ello debió de ser un préstamo a cortísimo plazo, por lo que se verá más adelante.
Despidióse el marqués, y Vergara lo acompañaba a la sala; pero al llegar a ésta, volvió la cabeza hacia una mampara que comunicaba al dormitorio de Evangelina, y al través de los cristales vióla sollozando de rodillas ante una imagen de María. Un vértigo horrible se apoderó del espíritu de don Fernando, y rápido como el tigre, se abalanzó sobre el marqués y le dió tres puñaladas por la espalda.
En aquel instante entró en el salón un médico joven, conocido mío, que venía de París asistiendo a un personaje a quien acompañaba a las aguas de Mont-Doré. Los militares hablan de sus campañas, los escritores de sus obras, y los médicos de sus enfermos: es inevitable.
Don Alonso, al cual acompañaba en su paseo diario, pues el buen inválido no movía el brazo derecho y con mucho trabajo la pierna correspondiente. No sé qué hallaron en mí para despertar su interés. Sin duda mis pocos años, mi orfandad y también la docilidad con que les obedecía, fueron parte a merecer una benevolencia a que he vivido siempre profundamente agradecido.
En poco tiempo su amistad y su influencia con el Duque crecieron de tal modo, que pudieron ser notadas, no sólo de los habitantes de la casa, sino también de muchas personas de fuera. Don Jaime la iba a esperar al baño muchos días y la acompañaba hasta casa atravesando la villa por el medio, excitando poderosamente la curiosidad pública.
La acompañaba una hija bastante agraciada, más alta que ella y que debía tener lo menos quince años, a pesar de lo cual su madre la traía con faldas a media pierna porque no la hiciese vieja. La pobre niña sufría esta vergüenza con resignación, poniéndose colorada cuando alguno dirigía la vista a sus pantorrillas. Llegó el general Patiño, conde de Morillejo: no faltaba ningún sábado.
Le acompañaba para que conociese los lugares más elegantes, á la hora del té ó por la noche, después de la comida. La expresión maligna y pueril á un mismo tiempo de sus ojos imperturbables y el ceceo infantil con que pronunciaba á veces sus palabras hacían gran efecto en el colonizador. Es una niña se dijo muchas veces ; su marido no se equivoca.
Ahora venía usté con la señora marquesa, y me he dicho: «Vamos ayá a saluar a esos señores y platicá un rato con eyos.» Y la fina sonrisa con que acompañaba estas palabras establecía una diferencia entre la familia del torero y aquella señora, dando a entender que no eran un secreto para él las relaciones de Gallardo y doña Sol.
Palabra del Dia
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