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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Don Acisclo se alegró mucho de esta venida, que iba a darle la mayor importancia; pero tuvo que afanarse para disponer bien las cosas, a fin de hacer a D. Jaime Pimentel una brillante recepción.
Dirigiendo la mirada hacia un grupo donde estaba D. Acisclo, observé que nos miraban sonrientes. Después supe que éste les había dicho: Miren ustedes a Joaquinita con la caña. Por fin llegó la carta de mi tío, y dentro de ella otra muy expresiva para un prebendado de la catedral llamado D. Cosme de la Puente, recomendándome.
Don Acisclo, sabedor ya de los muchos millones que heredaba doña Luz, y comprendiendo a las claras que la carta había de tener relación con los tales millones, lejos de despreciarla, la consideró como importantísima y trascendente, y se apresuró a llevarla a la persona a quien iba dirigida.
Estimulado el cabildo de Córdoba con los ejemplos de la caridad insigne de su obispo Cebrian, á las muchas limosnas individuales unió las colectivas, formó un acervo comun de varias distribuciones que le pertenecian y de algunas obras pias de su patronato, y habiendo así reunido un copioso depósito, acabadas las vísperas de los santos patronos niños Acisclo y Victoria, vistió en la catedral hasta 1000 niños, la mitad de cada sexo, dedicándolos á estos santos.
Don Acisclo se enojó y se enfurruñó un poco. Doña Luz, sin embargo, en vez de enmendarse, siguió riendo, y terminó por prorrumpir en sonoras carcajadas. ¿Qué pasa? ¿Qué hay de tan gracioso para reír así? dijo D. Acisclo. Doña Luz no contestó, y rió con más violencia. Su risa vino a tener muy alarmantes condiciones. Se conocía que era ya independiente de su voluntad: nerviosa, insana.
En esta cocina adornaban las paredes varias jaulas de perdices, puestas sobre repisas, escopetas y otras armas, y algunas cabezas de ciervos, lobos, zorros, tejones y garduñas, muertos por D. Acisclo. En el piso bajo había casi tanta habitación como en el principal; y, si se contaba con el patio con toldo, había más. Allí se vivía durante el verano.
1 Altar mayor de la Catedral. 2 San Eulojio. 3 San Esteban. 4 La Magdalena. 5 N. S. de la Antigua. 6 San Miguel. 7 La Epifania. 8 Del Rosario. 9 De las animas. 10 Santa Ursula. 11 Descendimiento. 12 San Antonio de Padua. 13 Santa Ana. 14 La Concepcion. 15 S.n Juan Bautista. 16 Paptisterio. 17 S.n Nicolás obispo. 18 La Anunciacion. 19 De los obispos. 20 La Concepcion. 21 San José. 22 La Natividad. 23 La Asuncion. 24 La Resureccion. 25 San Acisclo y Victor. 26 S.ta Elena. 27 Del Sagrario. 28 S.n Clemente. 29 La Encarnacion. 30 San Antonio. 31 Santa Ynes. 32 Del cardenal salazár hoy sacristía mayor. 33 La Cena. 34 S.n Pedro vulgo el Zancarron. 35 S.n Felipe y Santiago. 36 S.n Bartolomé. 37 S.n Ildefonso. 38 S.n Lorenzo. 39 S.n Acacio. 40 La Trinidad. 41 S.n Antonio abad. 42 N. S. de la Concepcion. 43 S.n Simon y Judas. 44 N. S. de las Nieves. 45 S.n Agustin. 46 S.n Ambrosio. 47 El Cristo de las penas. 48 S.n Andres. 49 La Concepcion. 50 Capilla de villaviciosa. 51 S.n Pablo. 52 S.n Cristobal. 53 Sin uso. 54 Del Angel de la Guarda. 55 S.ta Barbara. 56 S.ta Cruz. 57 S.ta Maria. 58 S.n Felipe y Santiago. 59 S.ta Lucia. 60 S.to Cristo del punto.
En resolución, y por el estilo mencionado, rindiendo cuentas exactísimas, y demostrando matemáticamente que hacía ganar al marqués tres o cuatro mil duros al año con administrar tan fiel y celosamente sus bienes, D. Acisclo vino a quedarse con casi todos ellos.
Hasta a la capital del distrito fue varias veces, y no sin éxito, con el referido objeto. A no pocos electores de influjo, a quienes D. Paco tenía amarrados, los desamarró D. Acisclo, exponiendo gallardamente sus capitales. Por estar amarrados, se entiende en lenguaje electoral de por allí, deber dinero al grande elector. D. Acisclo estuvo rumboso.
A este fin le escribió nueva carta, lo más elocuente que supo. La contestación de D. Juan no se hizo aguardar más de un día, y fue tan impensadamente satisfactoria para D. Acisclo, que de ella provino el contento que mostraba cuando se animó doña Manolita a preguntarle la causa de él, y la facilidad y buen talante con que lo declaró todo a doña Luz, a Pepe Güeto y a la mencionada hija del médico.
Palabra del Dia
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