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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Apenas me escucháis dijo . ¿Qué tenéis? Nada. ¿Habéis llorado? Puede ser. ¿No soy vuestro viejo amigo, para recibir la confidencia de vuestras penas? Yo no tengo penas... No sé lo que tengo... Tomole con firmeza las dos manos acercándose más y mirándola fijamente. ¡Pobre hija mía! dijo a media voz , ¡si supieseis cuánto os amo!
Apenas hacía dos minutos que estaba allí, absorta, pensativa y fijando larga y melancólica mirada en la tranquila haz del agua, cuando un precipitado sonar de alas que venía acercándose estremeció todo su cuerpo y alborozó su alma con agradable susto.
Pero a la emoción que aquellas palabras habían producido en los circunstantes, sucedió de improviso otro sentimiento de verdadero pavor, cuando el Príncipe, acercándose a su acusador, el puño tendido, las facciones contraídas, clavó en él una mirada dura, rencorosa, y le apostrofó así: ¡Loco! ¿Qué dices? Los dos hombres se miraron cara a cara.
La campesina se alejó diciendo: Cueste lo que cueste, Marta, es preciso que os vuelva a ver hoy; quiero retemplaros para la prueba suprema. Yo también he emprendido un combate contra los verdugos de vuestra hija. La viuda murmuró acercándose a la joven: Sígueme, Elena, la señora condesa... tu madre nos llama.
Tendiole la mano y Amaury se le acercó y se postró ante él de hinojos. Bendígame, padre mío, dijo. El doctor puso, sin decir palabra, las manos sobre su cabeza. Amaury permaneció unos momentos en esta posición mientras sus ojos vertían abundantes lágrimas. Antoñita hacía lo mismo; sólo el viejo permanecía impertérrito. Por fin, levantose el joven y acercándose a Antoñita le besó la mano.
Lo olvido todo, Juan Claudio. Y, acercándose al carruaje, el doctor dijo a Catalina que contaba con ella para organizar las ambulancias. Esté usted tranquilo, doctor respondió la labradora ; todo estará dispuesto; Luisa y yo vamos a ocuparnos del asunto a partir de esta noche; ¿no te parece, Luisa?
¡Don Rosendo, por Dios! respondió el joven alzando la mano en señal de protesta. El comerciante se sintió acometido por un vivo sentimiento de expansión. Pronto sabrás dijo acercándose otra cosa que te ha de sorprender alegremente. Es una idea que se me ha ocurrido hace dos meses y que espero realizar, Dios mediante, muy pronto. ¡Oh, es una idea feliz!
Y Aresti pensaba en la pobreza humana que resurge siempre ante las catástrofes ciegas de la naturaleza; en la fe que siente el hombre por lo maravilloso apenas ve en peligro su existencia. Goicochea había cesado de rezar y, acercándose al doctor, hablábale al oído con la satisfacción del que muestra las bellezas de su propia casa.
Apretó el paso pensando que Fortunata no debía de andar muy a prisa y que la alcanzaría pronto. «¿Será aquella?». Creyó ver la toquilla azul; pero al acercarse notó que no era la nube de su cielo. Cuando veía una mujer que pudiera ser ella, acortaba el paso por no aproximarse demasiado, pues acercándose mucho no eran tan misteriosos los encantos del seguimiento.
Cuando Morsamor supo los lastimeros ocasos que acabamos de referir, se compadeció de donna Olimpia y procuró consolarla; pero el cuidado de su nave le preocupaba más todavía. Y como iba ya acercándose a la costa, Fréitas había muerto y no era muy de fiar el contramaestre, Morsamor velaba y sólo por breve rato entraba a reposar en la cámara.
Palabra del Dia
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