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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Después prestaba oído al canto brusco de algún pájaro, y Silas aprendía a divertirla, haciéndole seña de callarse, a fin de que pudieran escuchar, a la espera de los acentos que iban a recomenzar. Y cuando volvían, ella alzaba los hombros y reía gorjeando su triunfo. Sentados de este modo entre el follaje, Silas se puso de nuevo a recoger las plantas que le eran antes familiares.

Tal creyó desde luego el único testigo de aquella escena, mas pronto notó que el hombre interceptaba el paso del puente á la joven y que ésta se expresaba con gran animación, llegando á tomar su voz algunas veces acentos de amenaza y cólera.

Cuando aquella voz tan suave y encantadora, aquellos acentos deliciosos que llegaban al alma... no veía en él más que a un pobre joven que con las manos extendidas hacia me suplicaba le dejase ver aún la luz del sol, que era tan brillante y tan bella... Lasciami ancora verder il sole... decía él, y yo, imprudente, le escuchaba olvidando mi papel.

La verdad es la misma, la realidad de las cosas no se muda, porque se haya excitado el entusiasmo de la asamblea y de los espectadores, y se haya decidido una votacion con los acentos de un orador fogoso.

La niña se alejó cantando á lo largo de la corriente del arroyuelo, tratando de mezclar algunos acentos más alegres á la melancólica cadencia de sus aguas.

A medida que Melchor hablaba, dando a su voz acentos de inusitada vehemencia, Lorenzo experimentaba como un consuelo ternísimo escuchándole y deseando que continuara en su disertación, que inoculaba en su espíritu una extraña sensación de energías no sentidas.

Ansi estan encogidos y encerrados Los tristes Numantinos en sus muros; Ni ellos pueden salir ni ser entrados, Y estan de los asaltos bien seguros; Pero en solo mirar que están privados De exercitar sus fuertes brazos duros, Con horrendos acentos y feroces La guerra piden ó la muerte á voces.

El júbilo por tan dichoso hallazgo infundió el deseo de celebrarlo con todas veras y estrépito, y así a los pocos instantes se escuchaban doquier en la algazara más bulliciosa del mundo los gritos regocijados, los acentos de los vivas y los ecos de los instrumentos.

Entonces sentí una mano fría como el mármol que se encontró con la mía; un sudor yerto me cubrió; sentí el crujir de la ropa de un fantasma bullicioso que ligeramente se movía a mi lado, y una voz semejante a un leve soplo me dijo con acentos que no tienen entre los hombres signos representativos: Abre los ojos, Bachiller; si te inspiro confianza, sígueme.

A los primeros acentos que hirieron los oídos de Su Majestad, éste se estremeció. ¡Es la voz de los ángeles! dijo; y escuchaba atentamente, cayendo de rodillas y llorando, lo que no le había sucedido en toda su enfermedad. ¡Que siga decía, que siga! ¡Que continúe yo oyendo esa voz que me ha aliviado y vuelto la vida!

Palabra del Dia

bagani

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