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Actualizado: 27 de octubre de 2025


El Magistral recordó la dulcísima hipótesis que había acariciado algún día... y ahora se oponía esta otra que le hacía saltar dentro del cajón de celosías: supongamos que sueña con... ese caballero». Salió de la capilla furioso, sin disimularlo apenas.

Esto lo había aprendido de su mujer, que por gota de más o de menos, vertida por él con pulso trémulo, en una cucharilla de café, le había puesto como un trapo en infinitas ocasiones. En suma, respetaba en el Sr. Aguado la ciencia oculta, al favorito de su mujer, al homeópata y al partero que él había soñado cuando había acariciado la esperanza de tener un chiquillo.

Cuando el viento azotaba las hojas y removía la tenue gasa azul que las envolvía, corría gozo extraño por todo su cuerpo, acometíanle locos deseos de volar por aquellas diáfanas regiones, imaginábase en medio de ellas solo, perdido, árbitro de surcar la inmensidad en todas direcciones, sentíase envuelto y acariciado por las olas sutiles del éter; la vista entonces se le ofuscaba; el vértigo se apoderaba de su cabeza.

Después que las suaves brisas de Italia me hayan acariciado dulcemente devolviéndome la salud del cuerpo y me haya restaurado tu amor el vigor del espíritu, nos casaremos; entonces papá volverá a París y nosotros seguiremos nuestro viaje. ¿Qué te parece? ¿Verdad que es un proyectó magnífico? » Si, Magdalena; solamente es de sentir que comience por una separación.

Representaba para él un placer exquisito dejar que se deslizase el tiempo sentado en un diván que aún parecía guardar la huella del cuerpo de Julio, viendo aquellos lienzos cubiertos de colores por su pincel, acariciado por el calor de una estufa que roncaba dulcemente en un silencio profundo, conventual.

Después, teniendo una alta idea de la vida monacal, que hasta allí sólo conocía por los elogios interesados que de ella se hacían y por la poética descripción que veía en los libros religiosos, que eran mis predilectos, me puse a pensar seriamente en la elección que iba a hacer de la Orden regular en que debía consagrarme a las tareas apostólicas, sueño acariciado de mi juventud; y después de un detenido examen me decidí a entrar en la religión de los Carmelitas descalzos.

Al sentir Juan acariciado el rostro por el cosquilleo del pelo de Cristeta, dio al olvido la pregunta que hizo, la respuesta que esperaba, hubiera olvidado hasta la gloria si entonces se la hubiesen ofrecido, y estrechando contra el pecho la cabeza de su amada y pegando los labios a su oído, le dijo: Iremos donde quieras, solos... o con tu chico..., yo seré su..., lo que mandes, ¡alma mía!

Miró á su marido largamente, á pesar de que ella sola pensaba en la casa, y al fin aceptó, pero con la condición de que la princesa elevaría en la punta extrema de su propiedad una capilla á la Virgen. Era un deseo de su imaginación simple que había acariciado toda su vida. Sin la capilla no aceptaba el millón. «¡Vaya por la capilla!», dijimos.

Y al tener de repente la visión clara de su desgracia, al pensar en el pobre Pascualet, que á tales horas estaba aplastado por una masa de tierra húmeda y hedionda, rozando su blanca envoltura con la corrupción de otros cuerpos, acechado por el gusano inmundo, él, tan hermoso, con aquella piel fina por la que resbalaba su callosa mano, con sus pelos rubios que tantas veces había acariciado, sintió como una oleada de plomo que subía y subía desde el estómago á su garganta.

Ninguna cosa en el mundo puede tener solución feliz y aquel matrimonio que él había acariciado durante algunos años, aquel sueño de amor acompañado de los ricos presentes de la fortuna estaba a punto de disiparse también como todo. La pérfida voluntad que rige el universo nos hace ver la felicidad a algunos pasos de distancia sin permitirnos jamás llegar a ella.

Palabra del Dia

mármor

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