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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Señores ¿ha acariciado alguno de ustedes alguna vez un tejón?... quiero decir un tejón joven, medio domesticado. ¿Han notado ustedes los ojitos, medio burlones, medio dulces, con que mira mientras resuella suavemente? Enteramente igual fue la cara que puso el viejo; luego, me dijo: El no querrá. Pero, ¿y si consintiera?
María así lo hizo por complacerla, protestando de que ella era una miserable pecadora a quien Dios no podía escuchar; pero el niño, apenas se vio acariciado por tan hermosa mano, comenzó a sonreír y no tardó muchos días en ponerse bueno. Esta maravillosa cura, pregonada por la agradecida madre, hizo gran ruido en el pueblo.
Se sentía con fuerzas para sobrellevar los golpes... ¿Qué decía Laurier al verse cuidado y acariciado por Margarita?... Ignora quién soy... Me cree una enfermera igual á las otras, que se apiada de él viéndole solo y ciego, sin parientes que le escriban y le visiten... En ciertos momentos he llegado á sospechar si adivina la verdad.
Muy bien murmuraba la bronca voz. Así me gusta... Toma un duro. Y hasta el año siguiente, rara vez se veía el muchacho acariciado por su padre. En ciertas ocasiones, jugando en el patio, había sorprendido la mirada del imponente señor fija en él, como si quisiera adivinar el porvenir. Don Andrés se encargó de su instalación en Valencia al comenzar los estudios en la Universidad.
Mientras que en el libre valle, corriendo sin cesar, acariciado por la luz, el arroyo ha derribado y arrastrado los escombros de las enormes masas de piedra que unían las aristas de los montes, actualmente cortadas, el agua de las cavernas que con el auxilio del ácido carbónico atacaba á la dura roca para disolverla y agujerearla paulatinamente, ha practicado también galerías, balsas y túneles, sin haber hecho hundirse al enorme edificio en cuyas entrañas nace.
Allí lloró y lloró, sintiendo con esto un gran alivio, acariciado por las sombras de la noche, que parecían tomar parte en su pena, pues cada vez se hacían más densas, ocultando su llanto infantil.
«¡Adiós, Karl!...» La mano de Ojeda había acariciado al niño, y éste movió la cabeza, considerándolo un instante con la expresión del que recuerda de pronto a una persona olvidada. Luego se alejó de él sin un saludo, sin una sonrisa, con el enfurruñamiento de su gravedad precoz. Miraba Isidro la ciudad, alabando su hermoso aspecto. Ya estamos en nuestra América, Ojeda.
Rafael se sintió acariciado con un ardor que casi le dio miedo; envuelto en una espiral de placer que no tenía fin. Estremeciose empujado, descoyuntado, arrollado por una ola tan voluptuosa, tan inmensa que le hacía daño.
Algo debió usted conocer en mis ojos, porque se sonrió y me saludó con la mano. ¡Pobre Pedro! Los perros no olvidan la mano que les ha acariciado una vez. El hombre que olvida los beneficios es peor que un perro. Después que yo me fuí has estado en el servicio, ¿verdad? Sí, señora; me tocó la suerte. Cuando me marché, la víspera de San Antonio, creí que todos estos picachos se me venían encima.
No era fácil averiguar si gozaba en realidad o se divertía simplemente con aquella adoración o más bien aquel regocijo estrepitoso de perro que se arrastra el sentirse acariciado y lame los pies de su señor. No sólo te debo la felicidad, sino también la honra. No sabes lo que he sufrido desde anteayer por la maldita deuda decía él con voz conmovida.
Palabra del Dia
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