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Actualizado: 20 de noviembre de 2025
Al acabar aquel día, entre cuatro y cinco de la tarde, el cielo se encapotó; grandes nubes negras se elevaron por detrás de la cumbre del Grosmann; el Sol, rojo como una bala al salir de la fragua, lanzaba sus últimos rayos desde el horizonte cargado de brumas. El silencio en todo el ámbito de la peña era profundo.
Terrible es el dolor que se previene Con acabar la vida en fin violento, Y mas el mio, pues al hado plugo Que yo sea de vosotros cruel verdugo.
La cuadrilla desapareció con sus perros, y el Mosco siguió adelante, prometiendo a los camaradas, aún no repuestos del susto, acabar en seguida la expedición, tan pronto como registrase ciertas bocas inmediatas a un arroyo, que eran las más ricas de El Pardo. Detuviéronse en una espesura, oyendo a corta distancia el murmullo del agua invisible saltando entre guijarros.
Sí, si he de acabar por ir, si estoy seguro de que al fin he de tomar el camino del Vivero, más vale ahorrarme el tormento de la batalla y declararme vencido. Iré». Y no pudo dormir una hora seguida en toda la noche. Pero esto era achaque antiguo ya. Desde que Anita «había vuelto a engañarle» don Fermín no gozaba hora de sosiego.
Su padre creyó prudente sacarle y le sacó de aquella Pafos del Brasil y le envió a Olinda, donde hay también escuela de Derecho. Allí, bien o mal, tomó la borla de doctor el joven Arturo. Ya doctorado, nada más natural que ir a Europa para acabar de civilizarse y conocer por experiencia hasta los más delicados perfiles y las más recientes conquistas del espíritu humano.
Esto, con respecto al reino animal. Can respecto al vegetal, parécese el periodista a las plantas en acabar con ellas un huracán sin servirles de mérito el fruto que hayan dado anteriormente: como la caña ha de doblar la cerviz al viento, pero sin murmurar como ella; ha de medrar como el junco y la espadaña en el pantano; ha de dejarse podar como y cuando Dios disponga, y tomar la dirección que le dé el jardinero; ha de pinchar como el espino y la zarza los pies de los caminantes desvalidos, dejándose hollar de la rueda del poderoso; en días obscuros ha de cerrar el cáliz y no dejar coger sus pistilos como la flor del azafrán; ha de tomar color según le den los rayos del sol; ha de hacer sombra, en ocasiones dañina, como el nogal; ha de volver la cara al astro que más calienta como el girasol, y es planta muerta si no; seméjase a las palmas en que mueren las compañeras empezando a morir una; así ha de servir para comer como para quemar, a guisa de piña; ha de oler a rosa para los altos, y a espliego para los bajos; ha de matar halagando como la hiedra.
-Señor -respondió Sancho-, y ¿es buena regla de caballería que andemos perdidos por estas montañas, sin senda ni camino, buscando a un loco, el cual, después de hallado, quizá le vendrá en voluntad de acabar lo que dejó comenzado, no de su cuento, sino de la cabeza de vuestra merced y de mis costillas, acabándonoslas de romper de todo punto?
Málaga es, sin disputa, la segunda ciudad mercantil de España, pues solo Barcelona le es superior. Málaga, tan rica en industrias, tan comercial y fuerte en la producción de vinos , es una ciudad pobre en monumentos. El único que merece atención, todavía por acabar y rodeado de tristes y menguadas callejuelas, es la catedral.
Al fin acertó a tocar con la punta de su estoque el arranque de la médula espinal, centro de vida, y el toro cayó instantáneamente, quedando de lado y con las patas rígidas. El espada se limpió el sudor y emprendió la vuelta hacia la presidencia con paso lento, respirando jadeante. Por fin veíase libre de aquel animal. Había creído no acabar nunca.
La demás gente quisiera ponerlos en paz, mas no pudo, porque decía el vizcaíno en sus mal trabadas razones que si no le dejaban acabar su batalla, que él mismo había de matar a su ama y a toda la gente que se lo estorbase.
Palabra del Dia
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