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Actualizado: 22 de julio de 2025
Además, sentía un ansia vehemente por todos los goces y ostentaciones de la existencia: miraba con envidia los coches y los caballos; deteníase absorto en las puertas de las grandes casas, al través de cuyas cancelas veía patios de oriental suntuosidad, con arcadas de azulejos, enlosados de mármol y fuentes parleras que desgranaban día y noche sobre el tazón rodeado de verdes hojas un surtidor de perlas.
El señor Fermín estaba absorto contemplando las manos de Pacorro el Águila, con admiración de guitarrista. Nadie había visto en su retirada a María de la Luz. Dupont entró en la casa de los lagares, andando quedamente, empujando las puertas con una suavidad felina sin saber por qué. Registró las habitaciones del capataz: nadie.
Y Plumitas bajó los ojos, quedando un buen rato como absorto en la interna contemplación de su desgracia, viéndose sin lugar en la época presente. De pronto requirió la carabina, intentando ponerse de pie. Me voy... Muchas grasias, señó Juan, por sus atensiones. Salú, señora marquesa. Pero ¿aónde vas? dijo Potaje tirando de él . ¡Siéntate, malaje! En ningún sitio estarás mejor que aquí.
Sentóse sobre un tronco, suspirando. Y se quedó absorto, mirando correr las olas, que se perseguían las unas a las otras, encrespadas de furor, e iban a morir mansamente a sus pies... La lucha interna seguía, entretanto.
Cuando el hombre se ocupa en comprender algun objeto muy dificil, tan léjos está de andar con la regla y compas en la mano para dirigir sus meditaciones, que las mas de las veces queda absorto en la investigacion, sin advertir que medita, ni aun que existe.
Fuera lloriqueaban los pequeños sin atreverse á entrar, como si les infundieran terror los lamentos de su madre; y junto á la cama estaba Batiste, absorto, apretando los puños, mordiéndose los labios, con la vista fija en aquel cuerpecito, al que tantas angustias y estremecimientos costaba soltar la vida.
Velázquez parecía absorto en su tarea. Antonio fumaba nerviosamente, echando grandes bocanadas de humo. ¡Ah! exclamó al fin aquél, llevándose la mano á la frente. ¡Qué cabeza la mía! Tenía que dar un recado preciso á Soleá y ya se me olvidaba... ¿Me haces el favor de la llave? ¿Qué llave? profirió Antonio con la misma sorpresa que si viese desplomarse todas las casas de la calle.
Si nos rompen esos crueles chiquillos, renacemos de nuestra destrucción y tornamos á vivir, describiendo sin cesar un tenebroso círculo desde la tienda á las manos de los niños, y de las manos de los niños á la fábrica tirolesa, y de la fábrica á la tienda, por los siglos de los siglos. ¡Por los siglos de los siglos! repitió Migajas absorto.
El marqués echó mano al bolsillo, y sacando la cartera y de ella un billetito de mujer, dijo con no poca solemnidad: Amparo me acaba de escribir esta carta. Deseo que te enteres de ella. Pepe no volvió siquiera los ojos para mirar el documento que su amigo le exhibía. Absorto en la tarea de atusarse el bigote con un cepillito de barba, repuso en tono distraído: ¿Y qué dice la Amparo?
Yo estaba completamente absorto en aquel asunto de interés íntimo; yo no atendía a la batalla; yo no hacía caso de los cañonazos; yo no me fijaba en los gritos; yo no apartaba del papel los ojos, aunque sentía correr por junto a mis oídos el estrepitoso aliento de la lucha.
Palabra del Dia
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