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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Incontinenti se miraban a los ciento y doce prohombres del Estado e individuos sapientísimos del Diván, que con el apéndice y añadidura de sus trece compañeros, elegidos a pierna entre los más distinguidos poetas, oradores, alcatibes y oradores de los colegios, bibliotecas y academias, tiraban de una enorme máquina, en la que habíase instalado el loco Ben-Farding en su lecho de ponderoso hierro, ni más ni menos que un galápago en una abrumadora concha.

La monotonía abrumadora de estas navegaciones de meses y meses sólo era alterada por los peligros del Océano y por los que provocaban la imprevisión y la ignorancia propias de la época. Perdíanse muchos buques. Las primeras naos del descubrimiento iban montadas sólo por hombres.

Se hallaba en el último escalón de la desgracia. Había intentado fugarse perforando el suelo en un arranque de desesperación, y la vigilancia pesaba sobre él incesante y abrumadora. Si cantaba, le imponían silencio.

Ha conseguido establecer el imperio de la materia desde su estado misterioso con Edison, hasta la apoteosis del puerco, en esa abrumadora ciudad de Chicago. Calibán se satura de wishky, como en el drama de Shakespeare de vino; se desarrolla y crece; y sin ser esclavo de ningún Próspero, ni martirizado por ningún genio del aire, engorda y se multiplica. Su nombre es Legión.

De ella se exhalaba una vaga tibieza de las amistades vulgares, que causa desesperación cuando se desea mucho más. «Tiene razón, mucha razón», pensé recordando la abrumadora argumentación de Oliverio, rechazando sus conclusiones con todo el horror natural en un corazón apasionadísimo, pero reconociendo esta verdad irrefutable: «No soy nada para Magdalena, nada más que un obstáculo, una amenaza, un ente inútil o peligroso

Los caserones solariegos están abandonados; las iglesias se han venido a tierra, y las fuentes, en esta decadencia abrumadora, se han cegado y han desaparecido... El viejo llena sus cántaros en el menguado caño. ¿A cómo venden ustedes el agua? le pregunto. A patacón la carga me contesta. A diez céntimos dice otro viejo.

Tal vez era aquello un recurso que instintivamente encontró su espíritu para librarse, por medio de la contemplación de estas visiones de su fantasía, de la abrumadora pesadumbre de la realidad presente. Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie de mirador que revelaba á Ester todo el camino que había recorrido desde los tiempos de su feliz infancia.

Juanito miraba con asombro no exento de envidia a la pobre mujer casi ciega, que saldría del mundo tan inocente como había entrado, después de arrastrar la más monótona y abrumadora de las existencias, siempre amarrada a la argolla de la domesticidad, sumisa y automática, y que todavía sentíase dominada por el agradecimiento, como si la vida de descanso puramente animal que ahora gozaba fuese una felicidad de que no se consideraba digna.

A Isidora no le hacía maldita gracia la compañía; pero las circunstancias, ¡ay!, con su abrumadora lógica, la obligaron a aceptarla. Hallábase en las unas de su insidioso prestamista, y no podía evadirse. Fue víctima de una emboscada, formada en las traidoras sombras de la miseria; cayó en una trampa de infame dinero, armada con el cebo de la vanidad.

Luego les mostró el salón amueblado igualmente con exceso, pues había que marchar tortuosamente entre tantos sillones y mesillas y un dormitorio, que parecía pertenecer por lo vistoso á una hembra de vida galante. En todas estas piezas se notaba el rudo contraste entre la suntuosidad abrumadora de los muebles y la modestia de los tabiques, cubiertos de un papel ordinario.

Palabra del Dia

bagani

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