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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Siempre le he tenido por verdadero amigo. ¿Cómo es eso? ¿Eh? Por un verdadero amigo, ¿verdad?... Entonces, lo que corresponde aquí, en mi humilde opinión, es que os deis un abrazo.
Habláronse los dos en germanía, de lo cual resultó darme un abrazo y ofrecérseme. Hablamos un rato, y sacó un guante con diez y seis reales, y una carta, con la cual, diciendo que era licencia para pedir para una pobre, los había allegado. Vació el guante y sacó otro y doblólos a usanza de médico.
Mi mujer dio la mano a todo el mundo, pero no abrazó más que a Isabel y a otra persona... ¿A que no saben ustedes cuál? A Paca, a la buena y valiente cigarrera, que tanto había contribuido a nuestra dicha. Yo me despedí con verdadera emoción de mis amigos, sobre todo de Villa, de Matildita, que había ido a la estación la pobrecita a despedirme con su hermano, y del duque de Malagón.
Morsamor se dejó abrazar y abrazó también con efusión a Duarte de Mendaña, recordando el beneficio que le hizo, aunque aceptando que el bienhechor no había sido él, sino su abuelo. Así es mejor dijo Tiburcio riendo y por lo bajo . Así te triplicas y de ti mismo te forjas antepasados.
Por último, inclinándose hacia el maestro, sin bajar la mirada, con tono pausado y casi doliente, repuso: A las vegadas, yo mesmo pienso que Dios lo quiere, como dice vuesa merced, y me lo expresa arrancándome allá del abrazo de la muerte, mostrándome aquí las bajezas del mundo y la vanidad de todas las glorias humanas, o hablándome con el ruego de mi madre, como acaba de hacello.
Por consolarme arrendé una hermosa circasiana, que era la mas cariñosa persona á solas con un hombre, y la mas devota en la mezquita. Una noche, entre los suaves gustos de amor, exclamó dándome un abrazo: Alah, Ilah, Aláh, que son las palabras sacramentales de los Turcos; yo pensé que fuesen las del amor, y dixe con mucho cariño: Aláh, Ilah, Aláh.
El cielo escuchó sus oraciones. D.ª Carolina se presentó al cabo de media hora radiante de dicha. Y antes de que saliese una palabra de sus labios, corrió hacia su hija y la abrazó estrechamente derramando un torrente de lágrimas. Después hizo lo mismo con Mario.
El padre le abrazó convulsivamente, gimiendo como un niño, sintiendo que sus pies se negaban á sostenerle. Siempre había esperado que acabarían por entenderse. Tenía su sangre: era bueno, sin otro defecto que cierta testarudez. Le excusaba ahora por todo lo pasado, atribuyéndose á sí mismo gran parte de culpa. Había sido demasiado duro.
En vestido subcinto á la ligera El monte discurrió, y abrazó á todos, Hermosa sobre modo, y placentera. O sangre vencedora de los Godos! Dixo: de aqui adelante ser tratada Con mas suaves y discretos modos Espero ser, y siempre respetada Del ignorante vulgo que no alcanza, Que puesto que soy pobre, soy honrada.
Dígolo, porque, si bien siento en mí cierto ardorcillo, no puedo menos de asustarme cuando oigo muy de cerca los tiros.... Pero eso pasará; que a todo se hacen los hombres.... Voy a presentarme al general, para que disponga de mí. Adiós... buena suerte y cuente usted con un amigo. Venga un abrazo. Salvador le abrazó riendo.
Palabra del Dia
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