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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Pablo Aubry de Chanzelles había dicho la verdad cuando se comparó a Juan Durand. La impresión de piedad que sintió al contemplar al niño desgraciado, provenía en gran parte de que, como él, había conocido el abandono, el desprecio, la indiferencia y la miseria.
Tal ha sido la labor de los argentinos en los últimos treinta años, y todos los hombres que han gobernado, surgiendo de partidos diferentes, han seguido la misma senda. Ese progreso, nacional, esa obliteración de las pasiones localistas, antes tan vivaces, se ve claro y neto en el abandono casi completo que hemos hecho de la denominación Confederación Argentina, para designar a nuestro país.
Movido por el despecho y también por el vehemente deseo de conocer la causa de tan incomprensible enemiga, Delaberge abandonó a su vez la sala. Desde los umbrales de la alcaldía vio a Simón Princetot despidiéndose de sus amigos y atravesando lentamente la plazuela. El inspector general apretó el paso y le alcanzó ya bajo los tilos del paseo.
Imaginó que Dios le enviaba aquella severa advertencia por el abandono cruel en que había dejado á su hija. Cavilosa y triste durante algunos días y consultada con su confesor y con su hermana, resolvióse á recoger el fruto de sus amores, llamarla hija y hacerla su heredera. El médico había aconsejado que María pasase el invierno en Málaga.
Inclinado desde mozo al dibujo, estudió éste en su patria, siendo discípulo de Antonio Arfián, ignorándose en qué fecha, y con el deseo de perfeccionarse en el arte, abandonó España. Roelas trasladóse á Italia y allí estudió, especialmente, las obras de Ticiano, haciendo verdaderos y notables progresos, que se pusieron bien de manifiesto en cuantas obras llevó entonces á cabo.
Sí, señor dijo Marner con acento meditativo . No hubiera sido feliz sin mi trabajo: eso fue lo que me sostuvo cuando todo lo demás me abandonó.
Se había estremecido, sobre todo, al advertir la ventana por la cual su capitán había caído al mar, como todos sabemos. Melia le miraba con dolor: después se aproximó tímidamente, se arrodilló tomando una de sus manos que él le abandonó y le dijo: Kernok, ¿qué tiene usted?, su mano arde.
Después de lo ocurrido, este hombre era para él algo sagrado. Y se abandonó otra vez á su desaliento, mientras Alicia seguía hablando. Mi ensueño se desvaneció. Mi hijo ha vuelto á ser mi hijo y el otro es un hombre. Imposible confundirlos de nuevo en una sola persona.
Durante algún tiempo, cuando hablaba de esta época, solía decir: «Haciendo yo de gobernador en Tarragona...» Más adelante sustituyó la frase con esta otra: «Siendo yo gobernador de Tarragona...» Y cuando era gobernador de Tarragona sucedió que la prensa local se quejó del abandono de las calles, achacándolo, como todo lo demás que andaba mal, a la administración conservadora.
¡Maestro, balas! ¡pronto, balas! ¡Balas! ¡santo Dios, qué cañonazos! si vais tan de prisa durante un cuarto de hora, las gargantas de nuestros cañones se secarán pronto. Tomad, hijos míos, y cuidadlas bien, son las últimas. Entonces el señor Durand abandonó el saco de artillero para tomar el martillo del calafate, y se precipitó hacia la bodega para tapar la vía de agua.
Palabra del Dia
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