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Actualizado: 24 de julio de 2025


El pobre Raimundo estaba tan perdido que aceptaba como buenas estas razones o aparentaba aceptarlas. En medio de aquella abyección vivía feliz forjándose la ilusión de que su ídolo le prefería, le amaba en el fondo del alma; que sólo mantenía relaciones con el ministro por el interés del pleito.

Las creencias religiosas que observaban aquellos primitivos pueblos, estaban resumidas al culto supersticioso de los cadáveres, teniendo cada familia un altar en el hogar y un ídolo en las calaveras de sus mayores, que cuidadosamente conservaban cual lo hacían en sus lares, los descendientes de Rómulo con sus pequeños dioses penates.

Y el admirador se sentó, con la satisfacción de un devoto que entra en el santuario del ídolo, dispuesto a no moverse de allí hasta el último instante, recreándose al recibir el tuteo del maestro, y llamándole Juan a cada dos palabras, para que muebles, paredes y cuantos pasasen por el inmediato corredor pudieran enterarse de su intimidad con el grande hombre.

Miraba esta Ciudad como su ídolo á Palafox, el cual no habiendo podido vencer á Guillelmi para que usase de su poder levantando el Aragon, se retiró á Alfranca, casa de campo del marqués de Ayerve, á dos leguas de la Capital en las márgenes del Ebro.

Serafina comprendió; sabía algo, aunque no lo más humillante, de aquella esclavitud doméstica. Dejadle, dejadle salir, tiene que hacer a estas horas, sin falta... no qué, pero es cosa grave; dejadle salir. Bonis besó con la melancólica y pegajosa mirada a su ídolo, ya que no podía de otro modo, y enternecido por el agradecimiento, tomó la escalera....

Pero todo fué en vano; el hilo estaba ya roto, y ya me fué imposible remontar mi mente hasta los palacios de Armida, de donde bajé en un salto; y así, el artículo principiado con las mágicas razones de Híala y Nadir, fuerza fué acabarlo con la parla rastrera de mi académico Bartolo. Si no existiera la mujer hermosa fuera un bridón el ídolo del moro.

Aquellas divisiones sociales y locales correspondían, según los informes suministrados por Sarto, a otra distinción mucho más importante para . La Ciudad Nueva estaba toda por el Rey; para la Ciudad Vieja, Miguel de Estrelsau era una esperanza, un héroe y un ídolo.

«¡Pobre Villa!», exclamé para , observando el tono ligero con que pronunció estas palabras su ídolo. Y desde allí me fui derecho a la cervecería para darle el encargo. Cambió un poco de color al escucharme; pero me dijo con sosegada energía: Ya sabe usted, amigo Sanjurjo, que yo con esa mujer no puedo tener decentemente ni siquiera relaciones de buena amistad.

Feliz con sentir el traje de Amparo rozando con sus piernas, echándole de vez en cuando miradas intensas de apasionado deseo, acudiendo a servirla con solicitud de esclavo medroso, se apretaba a veces más de la cuenta contra su ídolo, acometido de rabiosa pasión. Cuando esto sucedía, el ídolo le arrimaba por debajo de la mesa crueles taconazos y pellizcos que le volvían a la razón.

Sus chistes no tendían a herir a las personas, sino a alegrar el concurso y obligarle a admirar lo fácil, lo vivo y lo sutil de su ingenio. Todo lo más que se autorizaba era apoderarse de las ridiculeces de algún amigo ausente y formar sobre ellas una frase graciosa; pero nunca o casi nunca a costa de la honra. Estas cualidades le habían hecho el ídolo de las tertulias.

Palabra del Dia

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