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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Es el agua para el elemento árido una constante hidroterapia que le cura de su sequedad; ella apaga su sed, le da el sustento, hincha sus frutos, sus mieses. ¡Extraña y prodigiosa hada! Con poco, lo produce todo; con poco, todo lo destruye: basalto, granito y pórfido. Ella es la gran fuerza si bien la más elástica, que se presta á las transiciones de la universal metamorfosis.
Así se preparaba al sueño la Naturaleza, mientras en la carretera una multitud abigarrada y polvorosa se desojaba mirando al punto por donde asomaría muy luego la comitiva, y recreaba la vista en contemplar los guiñapos y telas de colorines pendientes de los balcones, y el marchito verdor de los arcos de triunfo; y se recibían y daban pisotones recios, y metidos feroces, y algún furtivo pellizco, y se tragaba y se mascaba el árido polvo del camino, oyendo a poca distancia, como irónica burla, el blando gemir de las ondas de la ría.
Mientras se disponía la comida y llegaba la falúa de la Sanidad, que había ido a depositar a Isidorito como triste deportado en un árido paraje de la costa, señoras y caballeros se diseminaron, dedicándose a la caza o a la pesca, según las aficiones y aptitudes de cada cual.
Esta senda sin sombra ni hierba, hace desear la fresca y sombreada bóveda del bosque que se ve mecido por la brisa en la ladera de la montaña, al extremo del campo árido. Bastante fatigado se llega a los primeros álamos y alisos de la plantación, cuyas raíces humedecen constantemente las filtraciones y los regueros de la colina.
Se puede asegurar que sin este precioso símbolo de nobleza y poderío, aunque fuese bordado en cañamazo, la vida le parecía un árido desierto de horror y tristeza. Así, pues, ni los triunfos universitarios ni la simpática figura de su primo lograron hacer la más pequeña mella en aquel tierno corazón, inflamado de amor por la aristocracia. Tristán, despechado, la guardó toda su vida oculta ojeriza.
A la izquierda se yergue el cabezo árido de Cabreras; a la derecha el monte de Castalla avanza decidido; se detiene de pronto en una mella enorme; en el centro, sobre el azul del fondo, resalta el ingente peñón de Sax, coronado de un torreón moruno.
El árido campo se convirtió en ameno lugar de recreo, y en él surgieron los copudos árboles, las calles enarenadas, las caprichosas sendas, los cuadros de flores, el estanque de limpias aguas, las rústicas casitas, los cenadores cubiertos de ramaje, las fuentes marmóreas, las estatuas, los jarrones, y todo aquel hermoso jardín á quien el pueblo dió el nombre de Delicias.
Por influencia del contraste, es natural pensar en otras comarcas menos felices, en las que la atmósfera no produce lluvia, y el suelo, demasiado árido, da vida raquítica á una insignificante vegetación. En esas regiones es donde las gentes saben apreciar el agua en su justo valor.
Salieron al cabo de los castañares, y se dispusieron a doblar la colina que les separaba de Marín. Hacia la cumbre estaba desembarazada de árboles. El terreno era más árido. La luna les alumbró nuevamente. Rosa tornó a ser comunicativa y se aproximó a su protector risueña y confiada. Pero un rumor que creyó advertir detrás la hizo ponerse seria de pronto y detener el paso.
De cuando en cuando se ve una nube pasajera sobre las siete islas, pero no se detiene nunca. Se pasan hasta tres meses esperando una gota de agua. En aquel árido paraíso no se dice: Aburrido como la lluvia, sino: Aburrido como el buen tiempo. El buen tiempo no aburría a Germana; la curaba lentamente.
Palabra del Dia
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