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Caballeros exclamó en italiano, saludándonos, éste es un inesperado encuentro, ciertamente. y nos señaló el banco de piedra que había fuera de la pequeña y baja choza, el cual noté que estaba hábilmente oculto por los grandes árboles, cuyas copas se inclinaban sobre el río, de manera que quedaba invisible de ambas márgenes del Serchio.

Ahora tenemos que descubrir la posición exacta de estos dos hombres, y, al mismo tiempo, impedir que el tal Dawson consiga tomar demasiada posesión de la fortuna de Mabel Blair. Eso déjemelo a exclamé reservadamente. Por ahora nuestra línea de conducta es bien clara. Debemos investigar el paraje que queda a orillas del Serchio y descubrir lo que está allí escondido.

El verde y tortuoso valle de Serchio presentaba su más alegre y bello aspecto en el mes de mayo, la época de las flores en la vieja Italia.

Hora por hora anhelaba recuperar todas mis fuerzas para poder partir hacia el sitio señalado a orillas del Serchio, pero me encontraba detenido dentro de aquellas estrechas habitaciones por mi terrible debilidad.

El anciano se rió intencionalmente, y comprendimos que sabía más de los asuntos de Blair, que lo que quería confesar. Significa que en ese estrecho y romántico valle de Serchio se halla escondido algún secreto, y estas son las instrucciones para descubrirlo dije.

Sin embargo, semejante contingencia era aterradora, porque, si realmente era sabido que había descifrado el registro, entonces nuestros enemigos darían, ciertamente, todos los pasos necesarios en Italia para impedir que descubriéramos el secreto que yacía en ese punto de las orillas del tortuoso, agreste y desierto río Serchio.

Al fin, después de un cuarto de hora casi, porque algunas de las letras estaban bastante borradas, descubrí que el registro cifrado que había estado escribiendo era un extraño documento que contenía lo siguiente: «Entre el Puente del Diablo y la punta donde el Serchio se une al Lima, sobre la orilla izquierda, a cuatrocientos cincuenta y seis pasos desde la base del puente donde el sol brilla sólo una hora el cinco de abril y dos horas el cinco de mayo, a mediodía, descended veinticuatro escalones, detrás de los cuales puede un hombre defenderse de cuatrocientos.

El tenía que retornar en el acto a su celda de ermitaño, situada sobre el tortuoso Serchio, y seguir siendo, como lo había sido antes, el guardián silencioso del gran secreto que, de haber sido revelado, hubiera asombrado al mundo. La ansiedad nos consumía, pues no sabíamos lo que le habría sucedido a Mabel.