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No fue sólo la epopeya la que pervirtió la ortodoxia muslímica de los habitantes de Chiraz y de toda su comarca, sino también los cuentos y novelas que después se escribieron, los tratados de filosofía moral harto poco severa, y más que nada, la poesía lírica, consagrada a ensalzar el vino, los amores y toda clase de deleites.

Oirle hablar de un asado, bastaba ya para despertar nuestro apetito; y como nunca poseyó otras dotes superiores, ni pervirtió ni sacrificó ningún don espiritual anteponiéndolo á la satisfacción de su paladar y de su estómago, me causaba siempre gran placer oirle discurrir acerca del pescado, de la volatería, de los mariscos, y de la diversidad de carnes, espaciándose en lo referente al mejor modo de condimentarlos y servirlos en la mesa.

Allí iban retratadas, si no juntas realmente, al menos visibles para la imaginación, todas las miserias humanas: el que mató por odio; el que hirió por venganza; el que robó por codicia; el que hurtó por hambre; el que delinquió por flaqueza; el que pecó por vicio: aquél a quien pervirtió la mala educación; aquél a quien la herencia de la viciada sangre hizo rabiosos los sentidos, y el de brutal naturaleza que dejó al instinto sobreponerse a la razón: juntos estaban el que holló la moral desconociéndola, y el que hizo mofa de ella desestimando su valía: atados a la par iban el avaro convertido en ladrón por la idolatría del oro, y el pródigo trocado en criminal por el desprecio de todas las riquezas: codo con codo, sujetos uno a otro, andaban el que delinquió contra la sociedad creyendo honrar a la virtud y el que hizo escarnio de lo bueno por asegurar lo útil: caminando unidos, avasallados por la misma tristeza, iban el que fue malo por fanático y el que dejó de ser justo por incrédulo: llagas en los tobillos y heridas en las manos llevaban igualmente quien faltó a la ley por no tener, y quien la violó para tener más: con grillos y esposas estaban sujetos, todos respirando venganzas, invocando auxilios, premeditando fugas, distintamente animados por el arrepentimiento o el rencor, pero sin que uno solo se eximiera de la pesadumbre y la vergüenza.

El espectáculo inesperado de tantas riquezas, amontonadas en los templos y palacios de los Incas, avivó los deseos y pervirtió el juicio de esos felices aventureros, que no contentos con los frutos opimos de sus victorias, se prometian multiplicarlos, ensanchando la esfera de sus conquistas.

Ya hacía dos que, por muerte del señor Gil Ponce, iba solo á Alcalá. Sin embargo, en esos dos años no se pervirtió, á pesar de andar entre estudiantes. Ni bebe, ni juega, ni riñe; sólo tiene una afición, y ésta es muy natural á sus años: es enamorado y audaz con las mujeresDió un salto sobre su sillón al leer esto Montiño. ¡Ah! ¡ah! bueno es saberlo exclamó.

Porque su valor y disciplina militar, su constancia en las adversidades, sufrimiento en los trabajos, seguridad en los peligros, presteza en las ejecuciones, y otras virtudes militares las tuvieron en sumo grado, en tanto que la ira no las pervirtió. Pero el mismo poder que Dios les entregó para castigar y oprimir tantas naciones, quiso que fuese el instrumento de su propio castigo.