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El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, sólo tal vez turbio del humo de la artillería, parece que iba infundiendo y engendrando gusto súbito en todas las gentes. No podía imaginar Sancho cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían.

Pero este malestar era insignificante comparado con otro que desde la mañana principió a atormentarnos: la sed, que todo lo destruye, alma y cuerpo, infundiendo una rabia inútil para la guerra, porque no se sacia matando.

Quizás nada ó muy poco habré dicho de nuevo para las personas ilustradas, pero muchos á quienes no es posible revolver los dispersos y escasos volúmenes que contienen nuestras glorias, si leen mi opúsculo, fijarán con mas atencion la vista en este monumento venerable, y cuando lo visiten ó pasen á corta distancia recordarán los nombres de tantos héroes aragoneses, y de cuantos ocupando altos destinos se propongan salvar de la voracidad del tiempo tantas memorias dignas de conservarse, infundiendo á los que habiten en lo succesivo en aquel edificio, un respeto santo para evitar que se destruya y desaparezca por la mania y el vandalismo una obra que ha sobrevivido á tantos desastres, y que se mantiene con señales de lo que fué, á pesar de las contínuas revoluciones de las edades.

Así, Mefistófeles es chico diablo. Aunque sabe y puede bastante, está en una posición relativamente humilde, en la jerarquía de los espíritus. Se columbra que Goethe comprende a Dios por cima de la naturaleza, y llenándola toda e infundiendo en ella la hermosura y la vida.

El perro del hortelano se distingue, así por la verdad con que nos descubre las fibras más delicadas é íntimas del corazón humano, como por las pinceladas tan seguras y acertadas que caracterizan á cada escena. La viuda de Valencia es un verdadero arsenal de burlas de buen tono y de situaciones cómicas, infundiendo en el espectador, con fuerza irresistible, el placer más vivo.

El enano huyó también dando gritos, y a poco la servidumbre entera del palacio corría por todas partes azorada, abriendo y cerrando puertas, e infundiendo la alarma por todo el vecindario.

Previos muy corteses saludos y sin otro preámbulo, Narada, dijo lo siguiente: La verdad, sin jactancia, es que yo he fomentado y estimulado la ambición de Balarán desde mucho tiempo ha, infundiendo en su alma mi ardiente deseo de sacudir el yugo de los muslimes.