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Ni durante la medida, ni en las pruebas, ni en la elección de paño habla una palabra nuestro hombre, y se deja hacer, pues le basta y le sobra con saber que el sastre que le sirve es el mismo que está encargado hace años de proveer á los Gobernadorcillos de Manila de trajes de etiqueta.

Las primeras autoridades de la provincia previeron futuras cesantías ó cambios de destino; los pobres gobernadorcillos y cabezas de barangay se inquietaron y no pudieron dormir, temiendo no vaya á antojársele al divino cazador sustituir con sus personas la falta de sumision de los cuadrúpedos del bosque, como ya lo había hecho años antes un alcalde viajando en hombros de polistas porque no había caballos tan mansos para responder de su persona.

Una vez que fué cosido el último papelito, se preparó la cena, y tras ella, el baile, que duró hasta las dos de la madrugada. Antes de despedirnos de Sariaya, no podemos menos de citar dos nombres. El Padre Juan Bellón, y el capitán Perto. El primero, es un santo, el segundo, un modelo de buenos Gobernadorcillos. De Sariaya á Tiaong. Monotonía del camino. Diversidad del resto de la provincia.

Era á fines del mes de Marzo, y se tenían sobre la mesa todos los trabajos preparatorios para verificarse en la provincia las quintas y elecciones de gobernadorcillos y demás cargos del municipio. Nada faltaba. Las listas de mozos sorteables, los reglamentos, las actas, y cuanto hacía falta lo tenía Andoy perfectamente clasificado y ordenado.

Era una tienda de figuritas de madera, hechas en el país, que representaban en todos los tamaños y formas, tipos, razas y profesiones del Archipiélago, indios, españoles, chinos, mestizos, frailes, clérigos, empleados, gobernadorcillos, estudiantes, militares, etc.

Es de advertir que se crean diez clases de cédulas, desde la 1.ª, que importa veinticinco pesos, hasta la 9.ª, en escala gradual descendente, por la que se paga un peso y medio, pues la 10es gratis, creada para los pobres de solemnidad, así como existe otra de privilegiados, igualmente gratis, á la que tienen derecho los Gobernadorcillos, sus mujeres, los munícipes, cabezas de barangay, etc.

El espíritu de provincialismo no está tan arraigado como en otras provincias, no siendo por lo tanto extraño ver votar para Gobernadorcillos á individuos de corta radicación, hecho que jamás se registra en los pueblos tagalos, en donde las cartas de naturaleza tardan muchísimo tiempo en otorgarse. Albay tiene 56 cabecerías, 1.052 tributos y 4.365 almas.

Y ya que nos encontramos con esta infracción legal, creemos procedente manifestar que uno de los alicientes más poderosos que podrían llevarse á Filipinas en pro de la lengua española, sería prohibir en absoluto que hubiese Gobernadorcillos, tenientes y jueces mayores que no entendiesen siquiera fuese medianamente el español, previniéndose que caso de no haber en algún pueblo indio que reuniese aquellas condiciones, se le pudiera proveer de autoridades, con naturales de otros pueblos.

El clero que administra la parroquia de este pueblo, como las de los demás de todo el distrito, son clérigos indios, y tanto escasea en aquella isla el conocimiento del castellano, que en las elecciones de Gobernadorcillos, hay que prescindir de este requisito, indispensable según las disposiciones vigentes para ocupar aquel puesto.

Tan luego se hacen públicos los nombramientos, todos los Gobernadorcillos electos principian á echar cuentas, y por lo general resuelven, en consejo de sus mayores, marchar á Manila.