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Ese mismo Ferré, por ese espíritu de provincialismo estrecho, declaró desertor en 1840 a Lavalle, por haber pasado el Paraná con el ejército correntino; y después de la batalla de Caaguazú quitó al general Paz el ejército victorioso, haciendo así malograr las ventajas decisivas que pudo producir aquel triunfo.

Intentar la más pequeña intrusión en su provincialismo y lo veréis agruparse y fundirse en su idea marchando á su objeto, cueste lo que cueste, y caiga el que cayere. Ni el tiempo, ni el arraigo, ni los lazos del parentesco, ni los del amor dan carta de naturaleza en Tayabas. Para ser tayabense es preciso haber nacido allí, y todos los que no estén en ese caso son conceptuados como extranjeros.

El espíritu de provincialismo no está tan arraigado como en otras provincias, no siendo por lo tanto extraño ver votar para Gobernadorcillos á individuos de corta radicación, hecho que jamás se registra en los pueblos tagalos, en donde las cartas de naturaleza tardan muchísimo tiempo en otorgarse. Albay tiene 56 cabecerías, 1.052 tributos y 4.365 almas.

Cuando había estreno de algún drama o comedia muy aplaudidos en Madrid, en el palco de Ronzal se discutía a grito pelado y solía predominar el criterio de un acendrado provincialismo, que parecía allí lo más natural tratándose de arte. No había salido de Vetusta ningún dramaturgo ilustre, y por lo mismo se miraba con ojeriza a los de fuera.

Se fue a Madrid Mesía, a cepillar un poco el provincialismo. Dejaba ya en Vetusta muchas víctimas de su buen talle y arte de enamorar, pero los mayores estragos pensaba hacerlos a la vuelta. La tarde en que Álvaro tomó la diligencia, Ana había salido a paseo con sus tías por la carretera de Madrid. Encontraron el coche. Álvaro las vio y saludó desde la berlina.

¡Plegue á Dios que la dominacion austríaca concluya pronto y para siempre! Plegue á Dios que los italianos sacudan ese espíritu de provincialismo que ha hecho imposible su unidad nacional, matando su independencia! ¡Plegué á Dios que yo vuelva á Venecia, la encantadora, pero sin ver á los austríacos!

Temíamos que, renunciando el pintor a casi todas sus ventajas indiscutibles, al paisaje, al diálogo, al provincialismo, a lo más enérgico y característico de su manera, renunciase por el mismo hecho a sus mayores triunfos.