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Lo que á nosotros nos ha sucedido puede muy bien acontecer á otros pueblos; saliendo bien ó mal parados, aplaudidos con exageracion, ó criticados con injusticia, segun el humor, las ideas, y otras cualidades del lijero pintor que se empeñaba en sacar copia de originales que no habia visto. Modo de estudiar un pais.

Al poco rato comenzaron á desembocar por el camino de Canzana numerosos grupos de este pueblo que se unían á los de abajo: las mozas buscaban á las mozas: los viejos á los viejos. Algunos jóvenes comenzaron á saltar bravamente por encima de la hoguera valiéndose de sus largos palos. Unos lo hacían bien y eran aplaudidos: otros se chamuscaban un poco y excitaban risa y algazara.

Nadie más acérrimo contrario que yo a las modas en literatura; pero, ¿cómo impedir que sea lo que no debe ser acaso? Los buenos versos deben siempre ser estimados y aplaudidos. Esto no se puede negar. Es evidentísimo, no obstante, que el poco numeroso público español que lee está cansado de versos y se muestra con ellos harto desdeñoso.

No bien terminaron los versos, fueron estrepitosamente aplaudidos por el benévolo auditorio; pero, si hemos de decir la verdad, ni D. José ni doña Antonia prestaron atención durante la lectura; las señoras mayores se adormecieron con el sonsonete; el señor cura halló la composición sobrado materialista y mitológica y un poco pesada, y las amiguitas de Lucía más se entusiasmaron con la buena presencia del poeta que con el mérito literario de su obra.

Para justificar la existencia dramática de este elemento épico predominante, que, sin duda, perjudica á veces á la verdadera exposición dramática, es menester no olvidar la relación que con él tiene el espectador español: éste ama con pasión su poesía nacional, regocijándole oir también en el drama el sonido, para él predilecto, de sus cantos populares, pudiendo admitirse como cierto, aunque no nos sea posible aducir sobre esto un testimonio concreto, que los romances comprendidos en los dramas fueron siempre aplaudidos.

Si el toro al salir da un salto gigantesco y parte como un rayo sobre los objetos que se le presentan, unánimes aplausos lo acogen y estimulan; su popularidad es inmensa y todos los espectadores son de su partido. ¿Qué tiene eso de extraño, si hay en el mundo tantos animales aplaudidos y populares?

Escribiendo y publicando no se va a ninguna parte. Para que un literato alcance respetabilidad y obtenga la admiración de la gente, es condición ineludible que no escriba poco ni mucho. Entonces el mosquito clásico se dedica a despellejar a Echegaray, a Castelar, a Pérez Galdós, y en general a los escritores que son leídos y aplaudidos.

Hay que hacer justicia, y plena, a los yanquis a este respecto. No hay un punto de la tierra más gastador, más generoso, más abierto. El oro rueda a rodos; para ellos, lo más caro de la Europa: sus vinos más exquisitos, sus joyas, sus brillantes, sus artistas más aplaudidos. El lujo es inaudito; en ninguna parte del mundo la impresión de la pobreza se siente con más intensidad.

Todas estas compilaciones, en las cuales se observa la regla de que cada tomo ha de comprender 12 comedias, tienen un valor indudable como repertorio abundante de la literatura dramática española; pero no pensamos, como Bouterwek, que pueden aprovecharse por el historiador del gusto nacional español, para averiguar por este medio cuáles han sido en ciertas épocas los dramas más aplaudidos de España, porque todas esas colecciones, en lo general, se han hecho sin buen acierto ni criterio, y contienen lo mediano y lo malo confundido con lo excelente, probando que los impresores, sin atender ni al mérito ni á la fama de las comedias, imprimían cualesquiera que les venían á las manos.

»En el Ateneo hablé tres noches, tomando parte en las discusiones sobre la poesía religiosa y el arte por el arte. Mis discursos fueron elogiados y aplaudidos... »La Juventud Católica me designó como su representante para asistir al certamen que se celebró en Sevilla en honor de Murillo; pero no pude asistir porque me lo impidieron mis asuntos profesionales.