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Excentricidad de la órbita.= Cuando la Tierra se encuentra en A, vértice del eje mayor más inmediato al Sol, la distancia á este astro es la más pequeña de todas; por esta razón se dice que nuestro planeta está en su perihelio, lo que ocurre ahora hacia el de enero de cada año. También se dice que el Sol está en su perigeo, esto es, en la distancia más corta á la Tierra.

En medio de la extrema y plácida mansedumbre de don Pío, reinaba en él cierta tendencia innata a la excentricidad, en la que solía marcar rasgos positivos de talento, de observación y de estudio.

Con audacia creciente el pintor cambiaba con ella palabras y bromas no siempre respetuosas; la galanteaba y la requebraba abiertamente, aunque disfrazando su insolencia con la burlona excentricidad de que hacía gala.

Esos puntos son los vértices del diámetro ó eje menor de la órbita. La diferencia entre las distancias extremas es próximamente de 1/13 parte de la distancia media. La mitad es lo que se llama excentricidad de la órbita.

Los puritanos la miraban y si se sonreían; mas no por eso se sentían menos inclinados á creer que la niña era el vástago de un espíritu malo, á juzgar por el encanto indescriptible de belleza y excentricidad que brillaba en todo su cuerpecito y se manifestaba en su actividad.

Y todo eso prosiguió Villamelón con ligerísima sonrisa que denunciaba traidoramente su convencimiento íntimo de la superioridad con que manejaba el asunto no es más que la excentricidad inglesa, influyendo y echando a perder su cocina... Y cuidado que yo soy imparcial, porque mi cocina es la cocina eléctrica: lo mejor de lo mejor, venga de donde viniere: este es mi lema. ¿Me entiende usted, Martínez?... Pero no hay que darle vueltas, amigo mío, y por más que digan, en la cocina, como en todo, Francia camina la primera.

El público tiene también una gran parte; el público que, en vez de pedirles obras bellas, bien meditadas y con destreza concluídas, les exige solamente que no se parezcan á los demás, fomentando de esta suerte la excentricidad y el mal gusto, que ha dado vida en los últimos años á esa nube de obras extravagantes y ridículas, donde la impotencia marcha unida á la vanidad.

Se daba una comida en casa de una americana conocida por su excentricidad de lenguaje y por su afición inmoderada á la música. Ambas personas habían sido mutuamente presentadas por la dueña de la casa: El señor Marenval. Mi compatriota Julio Harvey. Sir Harvey ofreció entonces la mano á Marenval, con una franca sonrisa: ¡Ah! Marenval y compañía, ¿verdad? Conozco á usted muy bien.

Sólo el inglés se mantenía también tranquilo y serio. De cuando en cuando, sin que se alterase poco ni mucho la expresión fría de su rostro, gritaba en español chapurrado alguna frase asquerosa que hacía retorcerse de risa a las chicas. ¡Qué grasia tiene er chavó! ¡Maldita sea su estampa! exclamaba la Carbonera, que gozaba realmente con la excentricidad del inglés. Los demás no les hacían caso.