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Grandes fauces ha menester... pero por falta de apetito no lo dejará indicó Gracián dignándose sonreír un poco. Cordero dio un suspiro y dijo: Veremos quien traga a quien.... Repito que las noticias que me han dado mi primo y Rufetillo... yo siempre le llamo Rufetillo... no son espeluznantes.

A la sombra de los altos plátanos funcionaban las peluquerías de la gente huertana, los barberos de «cara al sol». Un par de sillones con asiento de esparto y brazos pulidos por el uso, un anafe en el que hervía el puchero del agua, los paños de dudoso color y unas navajas melladas, que arañaban el duro cutis de los parroquianos con rascones espeluznantes, constituían toda la fortuna de estos establecimientos al aire libre.

No; una pieza tan hermosa no la destrozaría el desmañado Juanito. A ver, Rafael, que, como aprendí de médico, entendería de estas cosas. Las niñas protestaron, recordando las espeluznantes relaciones que su hermano las había hecho varias veces, para asustarlas, describiendo sus hazañas en el anfiteatro anatómico. No, Rafael no gritó Amparito . Si él toca el capón no comemos.

Le vio casi tendido en la negra barca, y el choque del agua contra el mármol de los palacios resonó en su imaginación como las trompas plañideras y espeluznantes del entierro de Sigfrido, y le pareció contemplar al héroe de la Poesía marchando al Walhalla de la inmortalidad y la gloria, sobre un escudo de ébano, inerte como el joven héroe de la leyenda germánica: seguido por el lamento de la humanidad, pobre prisionera de la vida que busca ansiosa un agujero, un resquicio por donde penetre el rayo de belleza que alegra y conforta.

No bastándole ser él su verdugo, acude al demonio y se vale de él para inspirador y colaborador de los refinados y espeluznantes suplicios a que se condena y somete. ¿Quién, por lo tanto, ha de querer endiablarse como Baudelaire para ser tan horriblemente desgraciado? Las flores del mal son, pues, muy moralizadoras: son un veneno, pero saludable veneno tomado como revulsivo.

Yo pensaba en usted, capitan... El partido de los violentos no pudo conseguir mucho del General, y echaban de menos á Simoun... ¡Ah! si Simoun no llega á enfermarse... Con la prision de Basilio y la requisa que se hizo despues entre sus libros y papeles, Capitan Tiago se había puesto ya bastante malo. Ahora venía el P. Irene á aumentar su terror con historias espeluznantes.