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Van ya publicados en ella escritos de Schopenhauer y de Baltasar Gracián, y se anuncian como en prensa, varios de Nietzsche, Ibn Geribol, Emerson, Leopardi, Vives, Stiner y otros, tan opuestos en sus ideas que de lo menos que podemos acusar al editor es de parcialidad, antes bien aparece dotado de un sincretismo que nos inspira simpatía.

Alargando la rama, diole un escobazo en el rostro para líbrarle de la ferocidad insectil. Confianza en Dios y no dar a esta miserable existencia mundana más valor del que tiene, son los más eficaces remedios afirmó Gracián con autorizada voz. La vocecilla ronca de Maricadalso se dejó oír. Parecía una corneja que cantaba en la propia rama de acacia.

El aire en calma no daba ningún consuelo a los pulmones, y sólo las moscas parecían regocijarse en la pesada y miasmática atmósfera, como sibaritas viviendo en medio de todas las delicias que puede apetecer su naturaleza. Gracián reprendió con cierta aspereza a Pedro López su afán de dar noticias fúnebres que afligían y apocaban a la pobre enferma.

Le conozco. Es un digno sacerdote que tiene las mejores intenciones del mundo, y si no consigue hacer feliz a la humanidad toda es porque Dios no quiere.... En conclusión, entiéndanse usted y el Padre Gracián para que yo pueda ver al Sr. Navarro y hablarle de un asunto que no es político y sólo a él y a nos interesa. ¿

En el coro había, junto al facistol grande, otro pequeño, pero suficientemente pesado para que no lo levantase con facilidad un solo hombre. Gracián lo cogió con formidable y rápido movimiento. Parecía que arrancaba un árbol del suelo, y al levantarlo asemejose a San Cristóbal apoyado en su palma. Estrépito de carcajadas acogió este movimiento.

Acompañando a Pipaón iba Salvador algunas veces a casa de Genara; solían comer juntos los tres, y cuando se encontraban Monsalud y Gracián también hablaban largamente del Estado y de la Iglesia.

Ya pintaré, cuando esté más descansado, este pueblecillo y este campo. Ahora no tengo tiempo. Voy al periódico; he de ir luego a la Biblioteca... Esto de hacer artículos es terrible: otra vez, después de este breve descanso, he de volver a ser hombre de todas horas, como decía Gracián. Sobre la mesa tengo un montón de periódicos. Siento un leve terror.

El tomo, que las contiene, lleva el título de Primera parte del Romancero y Tragedias de Gabriel Lasso de la Vega, criado del Rey N. S. Natural de Madrid: Alcalá de Henares, en casa de Juan Gracian, año de 1587. Constan las dos de tres jornadas, y están escritas en diversas medidas métricas, como octavas, tercetos, silvas, quintillas, etc.

No desoía jamás esta clase de ruegos Gracián, que además de eclesiástico bondadoso era médico hábil, y precedido de la coja, llevando tras al cleriguito joven que le acompañaba, acometidos cien escalones que conducían a la morada del infeliz matrimonio.

No como, por miedo a que entre en mi cuerpo con la comida, ni duermo temiendo que me coja en sueños y me lleve antes de despertar. Gracián se rió de estos pueriles temores, y también se habría reído el subdiácono si no estuviera muy ocupado en ahuyentar las moscas que invadían su cara. Maricadalso le vio dando manotadas.