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Hasta allí le había acompañado un sentimiento de despecho; la cólera de su orgullo varonil herido por el fracaso; el escozor de una situación ridícula. Pero ahora le atormentaba el remordimiento; sentía vergüenza de él mismo, deseaba empequeñecerse, desaparecer, como si una mirada iracunda le espiase en la sombra.

Y de sus labios, que parecían empequeñecerse para ocultar la palpitación de un beso, se desprendía una singular y poderosa seducción. Un vértigo atravesó el alma de Muñoz. La angustia le oprimió, una angustia extraordinaria, en que se confundían los celos agudos con el temor sombrío de perderla.

Ante él se abatían obstáculos que parecían eternos: la mecánica aprovechaba las fuerzas naturales; modificábase la faz de la Tierra: suprimíase el espacio al acortar las distancias, y el planeta parecía empequeñecerse, haciéndose cada vez más confortable, como una habitación dentro de la cual la humanidad encontraba satisfechas todas sus necesidades.

¡, ! gritaron . ¡Que hable Golbasto!... ¡que recite versos! El poeta nacional se inclinó como si quisiera empequeñecerse delante de Momaren. ¡Recitar dijo con énfasis mis humildes obras, incorrectas y anticuadas, en la casa donde vive el más grande de los poetas, al que reconoceré siempre como maestro!...

No vale mucho por dentro ni por fuera aquel vasto edificio; pero contiene pormenores preciosos y recuerdos interesantes..... Entre los pormenores, citaré los bustos de medio relieve de Berruguete, que adornan el patio interior, y, entre los recuerdos, el haberse alojado allí Napoleón el Grande cuando vino á nuestra tierra á empequeñecerse.

La seguía el joven con la mirada, al través de los pinos y los cipreses, viendo empequeñecerse aquel cuerpo soberbio de mujer fuerte y sana. En torno de él parecía flotar aún su perfume, como si al alejarse le dejara envuelto en el ambiente de superioridad, de exótica elegancia que emanaba de su persona. Vio Rafael aproximarse al ermitaño, ganoso de comunicar su admiración.

Otros, más serios, mostraban en su gesto el noble disgusto de los que temen presenciar una mala acción inevitable. El Ferrer permanecía impasible en uno de los rincones más apartados, buscando empequeñecerse, pasar inadvertido entre los camaradas.

Concede a Urbási la lealtad y la firmeza que Satchi consagró a su marido cuando él la abandonó, y lleno de remordimientos, huyó a empequeñecerse y a esconderse en el tallo hueco de una de las flores de loto que cubrían el lago donde le hallaste, más allá de los montes de Himabat, en los últimos términos de la tierra.