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Aunque el cielo existiese, el infeliz se negaría a entrar en él, como en un lugar de injusticia y privilegio donde penetra lo mismo el que pasa la vida sufriendo, que el que vive en la riqueza distrayendo su tedio con la voluptuosidad de la limosna.

Querida dijo una de ellas, me está usted distrayendo. Es verdad confesó la otra, y voy a rezar humildemente un diez del rosario para pedir perdón a Dios. Se puso de rodillas y sentí pasar por mis cabellos su aliento de víbora. Yo también me arrodillé para evitarlo. Estaba furiosa.

La preocupación de los negocios tenía al menos esta ventaja: que distrayendo su espíritu, le hacía olvidar momentáneamente, su pesar; pero ese recurso desesperado le faltaba desde que la tranquilidad de los trabajos ordinarios reemplazaba en él a la fiebre del recargo de tarea de los últimos meses, y que, libre de inquietudes pecuniarias, veía a la fábrica prosperar de nuevo.

Sonrió el profesor al acordarse de sus preocupaciones pecuniarias algunos días antes, cuando intentaba ayudar á la alimentación del gentleman con sus modestos recursos. Como era un guerrero influyente, podía regalar hasta la saciedad á su adorado gigante distrayendo una parte mínima de los grandes depósitos de materias nutritivas requisadas por el gobierno para las necesidades del ejército.

Casi todas las semanas tenía que encargar barajas francesas a Buenos-Aires el pulpero de la estación, pues menudeaban los pedidos. Pasé así un año más, ocupado en la interesante faena de la cría y distrayendo mis ocios en el carteo del bridge... ¿Llegó a gustarme este juego? No tengo ahora el menor reparo en declarar que siempre me aburrió soberanamente.

Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles; las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada; los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared; los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear; los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres; las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura; las que piden para la Cruz de Mayo; los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público... todos, en una palabra, le interesaban igualmente.