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Con mucho gusto... si no fuera tan tarde... debía estar a las ocho en palacio... y van a dar las ocho y media... no puedo detenerme... salúdele usted de mi parte. Como usted quiera. Además, estará abismado en sus trabajos... no quiero distraerle... saldré por aquí... Buenas noches, señora, muy buenas noches. Disimulan volvió a pensar Petra, mientras abría la puerta que conducía al zaguán.

Los más insignificantes gestos de su esposo, las inflexiones de su voz, todo lo observaba con disimulo, sonriendo cuando más atenta estaba, escondiendo con mil zalamerías su vigilancia, como los naturalistas esconden y disimulan el lente con que examinan el trabajo de las abejas. Sabía hacer preguntas capciosas, verdaderas trampas cubiertas de follaje. ¡Pero bueno era el otro para dejarse coger!

Ya no me quitan los ojos de encima, como si sucediera lo que parecen desear: que esté rabioso. ¡Cómo es posible tanta estupidez en dos personas sensatas! Ahora no disimulan más, y hablan precipitadamente en voz alta de ; pero, no por qué, no puedo entender una palabra. En cuanto llego cesan de golpe, y apenas me alejo un paso recomienza el vertiginoso parloteo.

Desgraciadamente los jardines, los caminos y los bosques son testigos impasibles de nuestras alegrías y de nuestros dolores. Si se interesan por nuestra muerte, lo disimulan admirablemente, pues los árboles del parque no se visten de luto por la muerte de su dueño. La señora Chermidy paladeaba la lentitud de los caballos. Habría querido subir al galope la escalinata que conducía a la villa.

En el patio estaba Petra, como un centinela, en el mismo sitio en que había recibido al Provisor. ¿Ha venido el señor? preguntó la Regenta. , señora respondió en voz baja la doncella ; está en su despacho. ¿Quiere usted verle? dijo Ana volviéndose al Magistral. Don Fermín contestó: Con mucho gusto... ¡Disimulan, disimulan conmigo! , pensó Petra con rabia.

Nos horroriza la imagen de la muerte, y toda mujer la lleva dentro, obligándonos á adorarla. Ahora era Castro el que miraba con ojos de asombro. «Está loco», parecían decir sus pupilas, fijas en el príncipe. Lo que tienes, Miguel, es que estás ahito dijo después de un largo silencio . Me recuerdas á esas personas que, al sentarse á la mesa, disimulan con ascos su inapetencia.

No hay más que un modo de tratarlos, que yo sepa repuso la rubia con admirable sinceridad : bien... Pero el caso es que aplicas este mismo procedimiento, generoso y cortés, a las mujeres, y te resulta el efecto contrario; y cuanto mejor te portas con ellas, menos te quieren y más lo disimulan. ¡Si lo yo!

Los pechos turgentes no pasan de ser simples tumores engañosos que disimulan la fúnebre jaula del costillaje; las piernas que nos parecen adorables columnas son agua y piltrafas que se disolverán, dejando al descubierto dos largas flautas de cal. Creemos adorar la suprema belleza, y abrazamos á un esqueleto.