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A la noche siguiente dejé muy tarde la mesa en que acababa de comer en compañía de Flavia y la conduje hasta la puerta de sus habitaciones. Allí besé su mano y me despedí de ella deseándole tranquilo reposo. Inmediatamente cambié de traje y salí. Sarto y Tarlein me esperaban con tres hombres y los caballos. Sarto llevaba consigo una larga cuerda, y ambos iban bien armados.

Un fuerte abrazo dio la marquesa a D. Francisco, deseándole con toda el alma completo restablecimiento; besó a los niños, y por último, se despidió de su amiga en la puerta con toda suerte de mimos y caricias.

A la puerta del cuarto se despidió el marqués, deseándole buenas noches y añadiendo con brusca cordialidad: Mañana tendrá usted su equipaje.... Ya irán a Cebre por él.... Ea, descansar, mientras yo echo de casa al abad de Ulloa.... Está un poco.... ¿eh? ¡Dificulto que no se caiga en el camino y no pase la noche al abrigo de un vallado!

¿Y Juanito? Pues Juanito fue esperado desde el primer año de aquel matrimonio sin par. Los felices esposos contaban con él este mes, el que viene y el otro, y estaban viéndole venir y deseándole como los judíos al Mesías. A veces se entristecían con la tardanza; pero la fe que tenían en él les reanimaba. Si tarde o temprano había de venir... era cuestión de paciencia.

Apresurose a levantarse, y dando algunas palmaditas amicales a su amigo en el hombro y deseándole que se arreglase pronto el asunto, se alejó balanceando su figura distinguida, como los perros cuando ya no hay terrones de azúcar que ofrecerles. No se arruinaría él, no, por mujeres de mármol. Tampoco por las de carne y hueso, aunque lo comprendiese mejor.

Dicho esto se alejó apresuradamente, sin atender á las repetidas ofertas de los juglares, quienes por fin se despidieron de él deseándole buena suerte.

Sólo van publicados tres tomos, pero yo, que si bien poco entendido en asuntos filosóficos, gusto de ellos muchísimo, no he querido retardar mi bienvenida a la mencionada biblioteca, deseándole el mejor éxito posible con nuestro público de España.

Leyó y releyó la carta con una sonrisa beatífica, de deleite y de orgullo. No era gran cosa: media docena de renglones; un saludo desde Sevilla, deseándole mucha suerte en Madrid; una felicitación anticipada por sus triunfos.