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Confesad, malandrines, así a carga cerrada, que es verdad lo que yo aquí he publicado; si no, conmigo sois en batalla.

8 Confesad al SE

Cada uno tiene su modo de hacerla dijo ella con imperceptible sonrisa. Confesad que la mía sería singular. Púsose a jugar con mano febril con algunos objetos que había sobre la mesa; sus ojos se detuvieron en una fotografía del pequeño Roberto; tomola y contemplola atentamente. Es lindo mi hijo, ¿no es verdad? ¡Precioso! ¿Por qué lo tomasteis en vuestros brazos cuando yo entré?

Porque todo había variado en el joven; menos el traje, todo. Enredo como este, confesad que es mayor que vuestra perspicacia, don Francisco decía Quevedo, dirigiéndose á obscuras desde la parte baja del palacio al cuarto de Felipe III . Y eso añadía que tenéis una perspicacia que os mata.

Confesad, mi querida tía, que la señorita de Aurigney parece un sorbete. ¡ que pareces un sorbete! Acabaré por creer que tus dificultades reconocen por causa una resolución tomada de antemano. Pero, mi buena tía, usted me pide que le manifieste mis impresiones, y así lo hago lealmente. , pero es que encuentras objeciones a todo, y objeciones casi siempre pueriles.

Esperaba por cierto producir un gran efecto; pero con todo, quedé algo confusa ante la fisonomía, verdaderamente extraordinaria del cura. Pero no tardé en continuar imperturbablemente: Amó especialmente a una linda dama a la que dio un ducado. ¡Confesad, señor cura, que era muy bueno, y que hubiera sido muy agradable hallarse en lugar de Ana de Pisseleu!

Al pontífice se le figuró que esto valia mucho: aseguráronlo sus ojos, y lo confirmó su lengua, haciendo mil juramentos de que no habia en toda su vida visto tan hermosos brazos. ¡Ay! dixo la viuda, acaso los brazos no son tan malos; pero confesad que el pecho no merece ser mirado.

Por toda distracción, dos horas de paseo en el jardín del viejo claustro. ¿Conocéis un jardín de claustro? grandes encinas negras y silenciosas, un césped raquítico encuadrado en verjas de cañas, y el sol a mediodía; eso es todo. Así, confesad, que cuando un día de fiesta se ha podido escapar de la iglesia para ir a su celda, ¡el corazón late desahogado y alegre!