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Trinaba contra todo arancel que no significara un simple recurso fiscal, mientras que D. Baldomero, que en todo era templado, pretendía que se conciliasen los intereses del comercio con los de la industria española. «Si esos catalanes no fabrican más que adefesios decía Arnaiz entre tos y tos , y reparten dividendos de sesenta por ciento a los accionistas...».

Asimismo deben comprarles por su justo precio cualquiera cosa que con su industria hayan adquirido, por los precios que señalé en un arancel que formé para el efecto.

Comprende formularios de procedimiento; arancel de los derechos que deben cobrar los Oficiales del Santo Oficio en el Juzgado de causas civiles y dietas para la salida de los Nuncios o Alguaciles de los pueblos. Aparece dada esta orden en el Castillo del Temple de la Ciudad de Mallorca a 26 de octubre de 1580.

Estaba agregado a la Comisión de empleados que redactaban las nuevas Ordenanzas de Aduanas. ¿Para qué había de molestarse este digno funcionario en asistir a su trabajo si él no sabía lo que era comercio; si no sabía lo que era un puerto; si no había visto otra mar que el mar sin barcos de Biarritz; si ignoraba lo que es un buque, un cargamento, lo que son derechos, valores, rol, tasa, escala alcohólica, arancel, y demás cosas que atañen al tráfico y desarrollo del cambio?

También deberían destinarse para aumentar esta renta los derechos que se tuviese a bien el imponer por las sepulturas de la iglesia, de modo que el que se hubiese de enterrar en ella, fuese indio o español, pagase la sepultura, y el que no, que se enterrase en el cementerio; y también debería tener su parte la fábrica de la iglesia en el arancel que debería formarse para los derechos que habían de pagar los españoles que se avecindasen en estos pueblos.

No se negará que asi los alcaldes mayores en sus provincias como los cabezas de Barangay en los pueblos encargados de cobrar inmediatamente el tributo de los indios, hayan influido alguna cosa en la necesidad de conmutar el pago del tributo de dinero á especie, para hacer unos y otros mejor su negocio; pero en mi juicio no es esta sola la causa que ha introducido ese sistema de cobranzas perjudicial á todos, porque el indio no es tan tonto ó inocente que dejase de vender las producciones de su agricultura á quien se las pagase en mayor precio que el del arancel, bajo el cual se le reciben en especie por los cabezas y alcaldes mayores.

Costa, de conocer a su señor padre hace años, cuando era subsecretario de Hacienda. Entré en su despacho formando parte de una comisión de almacenistas para pedirle una rebaja en el arancel. Mario daría cualquier cosa en aquel momento porque D. Pantaleón no hubiera tenido semejante honor. Sin embargo, pareció encantado de la noticia. Y sobre este tema departieron algunos instantes.