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¿Que ha subido el precio de los alquileres? ¿Que las patatas están por las nubes? ¿Que el calzado cuesta un ojo de la cara?... Nada de eso. Es que la peseta ha perdido su capacidad adquisitiva. Teóricamente, las patatas están donde estaban; pero la peseta no puede ya adquirirlas con tanta facilidad como antes.

Antojáronsele cerezas frescas en el mes de Diciembre, y no cabiendo en lo humano adquirirlas así a ningún precio, ni falsificarlas, como se había hecho con tantas otras cosas falsificables en idénticos casos, creció con el obstáculo la fuerza de su empeño, llegó la corajina al paroxismo; y aquel hilillo tenue de vida, a tan duras penas conservado, se quebró de pronto como el de una tela de araña, sin un sonido ni una vibración.

¡Flores! repitió . ¡Cómo te lo agradezco! Maltrana se excusaba con timidez. Eran violetas: no tenía dinero para más. Aun así, le había costado mucho el adquirirlas. Costaban muy caras: las flores nacían para los ricos; y aún gracias que les dejaban a ellos el cielo y el sol... Había recordado también su predilección por las naranjas.

Todos los conocimientos que tenemos nos vienen de Dios, porque él es quien nos ha dado la facultad de conocer, y él es quien, ó ha grabado en nuestro entendimiento las ideas, ó ha hecho que pudiéramos adquirirlas por medios que todavía se nos ocultan.

Las aves del paraíso son muy solicitadas, lo mismo por los chinos, que las quieren para adornar sus estancias, que por los europeos, que las venden a los grandes museos o a los negociantes en plumas de lujo. Los chinos, y sobre todo los malayos, vienen a adquirirlas a Nueva Guinea o a las islas Arrú, pues no se crían en otros sitios, y las pagan muy bien.

La mujer nombró á la esposa de Torrebianca, diciendo luego á su acompañante: Fíjese en sus joyas magníficas. Bien se conoce que á ella y al marido les ha costado poco trabajo el adquirirlas. Todos saben que las pagó un banquero. El hombre se creía mejor enterado. A me han dicho que esas joyas son falsas, tan falsas como las de nuestra poética condesa.

Media hora de retraso en el nacimiento de una hoja infundía grandes esperanzas en el público, que se imaginaba encontrar noticias estupendas. Todos se arrebataban los últimos suplementos; todos llevaban los bolsillos repletos de papel, esperando con ansiedad nuevas publicaciones para adquirirlas. Y todas las hojas decían aproximadamente lo mismo.

D. Félix las admiraba: se le hacía la boca agua cuando pasaba cerca de ellas: hubiera dado tres veces su valor por adquirirlas. Pero aún más las admiraba y las veneraba su criado Manolete. Ninguno más aficionado que él á los prados feraces entre los bípedos y acaso entre los cuadrúpedos. ¡Cuántas veces había insinuado á su amo que tratase de comprar estos prados!

En ninguna de estas condiciones se requiere nada que raye en lo anormal o en lo monstruoso: que exponga al que procura adquirirlas a la dislocación o a la rotura de los órganos y aparatos de su cuerpo, a fuerza de querer darles empleo contrario al que naturalmente tienen.