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Ese muro es sagrado; todos los días acuden a él mujeres árabes a colgarle ex votos, jirones de jaiques y de otras prendas, largas trenzas de cabellos rubios sujetos con hilillo de plata, trozos de albornoz... Al tibio soplo de la noche, y bajo un pálido rayo de luna vese ondular ese abigarrado pendón de la estulticia humana. Consignaré otro recuerdo de Argelia, y regresaré en seguida al molino...

Muchachas flacas, de lacias faldas y pelo cargado de aceite, cruzaban las manos sobre el hundido vientre, y fijando sus ojos en los de la gran señora, cantaban con un hilillo de voz las angustias de la madre al ver a su hijo chorreando sangre y tropezando en las piedras bajo el peso de la cruz.

Cristeta fue la primera que, al volver del teatro, como viese el hilillo de luz que penetraba por el agujerito de la cerradura, despidió a la doncella lo más presto que pudo, y apenas la oyó subirse al piso en que dormía, tosió para que don Juan supiese que era esperado, y descorrió el cerrojillo.

El tema, el color verde, crecía en intensidad al alejarse hacia las orillas del mar; allí llegaba al período brillante, a la cúspide de la sinfonía; y lanzándose en pleno cielo, aclarándose en un azul blanquecino, marchaba velozmente hacia el final, se extinguía en el horizonte pálido y vago como el último quejido de los violines, que se prolonga mientras queda una pulgada de arco, y adelgazándose hasta ser un hilillo tenue, una imperceptible vibración, no puede adivinarse en qué instante deja realmente de sonar.

El Menut, con una fuerza nerviosa, jadeante el angosto pecho y trémulos los brazos, le había arrojado a la cabeza todo un montón de masa, y el mocetón, aturdido por el golpe, no sabía cómo despojarse de aquella máscara pegajosa y asfixiante. Le ayudaron los compañeros. El golpe le había destrozado la nariz, y un hilillo de sangre teñía la blanca pasta.

Además, unas niñas brasileñas se preparaban para tocar a cuatro manos una sinfonía; las artistas de opereta contribuirían con varias romanzas; uno de los norteamericanos pensaba disfrazarse de negro para rugir su música con acompañamiento de ruidosos zapateados; y hasta fraulein Conchita, cediendo a los ruegos de varias señoras entusiastas de las cosas de España, había accedido a ponerse de mantilla blanca, cantando con su hilillo de voz algunas canciones de la tierra.

Y no digamos nada de don Felipe II, un monarca tan sabio, tan astuto, que hacía bailar a su gusto a los reyes de Europa como si les tirase de un hilillo.... Todo para mayor gloria de España y esplendor de la religión. De victorias y grandezas no digamos. Si su padre venció en Pavía, él reventaba a los enemigos en San Quintín. ¿Y qué me dices de Lepanto?

Gillespie obedeció, é inmediatamente le introdujeron entre los labios una barra de metal ampliamente perforada, de la que surgía un chorro de leche más grueso que el brazo musculoso de cualquiera de aquellos atletas. Gillespie bebió durante mucho tiempo este hilillo de líquido dulzón, algo más claro que la leche de otros países. ¿Quiere usted más? preguntó la traductora . No tema ser importuno.

Podía ser América... ¡pero llegaban sus fuerzas con tanta lentitud! ¡eran tan grandes los obstáculos!... Algunos batallones del ejército permanente americano habían desfilado ya por París. Después transcurrían los meses sin que el hilillo continuo de auxilios se convirtiese en torrente. En toda la Costa Azul veía Toledo militares heridos de diversos países.

El griego, al contrario, lleno de gratitud por el más insignificante hilillo de agua, lo deificaba como una fuerza natural; le construía templos, le erigía estatuas y acuñaba medallas en su honor.