Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de junio de 2025
Hasta imitaba los gestos de los guerreros, y al llegar un punto en que hubiese aclamaciones de la muchedumbre, lo hacía tan al vivo, que era preciso suplicarle que bajase la voz para no alarmar a la vecindad. Abreviando todo lo posible la empalagosa narración, sólo diremos que Zumalacárregui había tropezado con el antagonismo de los díscolos jefes que se sublevaron antes que él.
Salvador habría podido pasar por la muestra de aquel humano reló 18, pues su cara no expresaba nada, a no ser la inmutable tristeza de un horario. ¿Qué contaba Zorraquín? Las hazañas de Zumalacárregui, que era el asunto obligado en Pamplona y en toda Navarra.
Salvador no pudo contenerse. No eres tú le dijo , quien ha hecho esas cosas, sino Zumalacárregui.
Pues ese jefe debía ser yo, yo. ¿Qué hace Zumalacárregui? Lo mismo que habría hecho yo. Su papel es el mío, sus laureles los míos, su triunfo mi triunfo. Si yo no estuviera en esta aborrecida cama, estaría donde él está ahora, y lo que él piensa hacer y hará de seguro, ya estaría hecho.... ¡Qué desesperación, Dios de Dios!
Para hablar contra el tigre del Maestrazgo, poner a don Luis Fernández de Córdova por cima de Zumalacárregui y por las nubes a Espartero, se le animaban los ojos, su lengua cobraba fuerza, sus palabras color, y hacía prodigios con la memoria.
La baronesa de Bivot, el bizarro Zumalacárregui, rompió el fuego la primera con la certera puntería de la lógica más exacta. El pensamiento no puede ser más caritativo ni más santo, y supongo que merecerá la aprobación de todas estas señoras, como merece la mía dijo, echándose lentamente fresco con el abanico . Pero debo hacer notar que en la campaña del Norte hay dos ejércitos españoles...
Sin embargo, trató de apurar todos los recursos de su ingenio para dominarle. ¡Estábamos tan bien en nuestra casa de Pamplona!... dijo con pena . Nada faltaba allí. Pero sobraban muchas cosas. ¿Qué? ¡Tus beneficios tus cuidados, tu... tú!... gritó agrandando la voz a cada palabra . Como me llamo Zumalacárregui, así es verdad que me incomodan tus beneficios. No quiero nada tuyo. Salvador calló.
Un hombre que se cree Zumalacárregui, un Zumalacárregui auténtico que sacrifica su genio y su dignidad militar a ambicioso príncipe sin más talento que su fatuidad ni más idea que su ambición; un país que abandona en masa hogares, trabajo, campo y familia por conquistar una soberanía que no es la suya y una corona que no ha de aumentar sus derechos; ríos de sangre derramados diariamente entre hombres de una misma Nación; clérigos que esgrimen espadas, moribundos que se confiesan con capitanes, villas pobladas por mujeres y chiquillos; cerros erizados de frailes y poblados de hombres lobos, que deliran con la matanza y el pillaje, son incongruencias que repetidas y condensadas en un solo día y lugar pueden hacer perder el juicio a la mejor templada cabeza y hacer dudar de que habitamos un país cristiano y de que el Rey de la civilización es el hombre.
Aquella tarde había hablado el anciano cura de la probable entrada de D. Carlos en el Baztán y de la aproximación de las tropas de Zumalacárregui y Eraso para proteger la entrada del Rey y hacerle los primeros honores. Recordándolo, dijo Navarro con cierta exaltación que encandilaba sus extraviados ojos.
El señor Pulido, con su flemática suavidad, díjole entonces: Descuida, Pepe..., pocas darán si hay que dar en secreto... El valiente Zumalacárregui, parado en firme con la réplica no menos lógica de la Villasis, replegó su guerrilla y parapetóse en el monte Aventino, con una retirada digna de Jenofonte.
Palabra del Dia
Otros Mirando