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Actualizado: 16 de noviembre de 2025


En la anterior concepción vastísima de la poesía, que á fin de que no choque demasiado á los que les coja muy de nuevas, declararé aquí que es de Aristóteles, entran todas las artes humanas, desde la del zapatero y la del cocinero, hasta las del escultor, el músico, el pintor y el vate más inspirado.

Por lo demás, allí reinaba siempre una paz octaviana, y era cosa de ver la amable franqueza con que la esterera pedía prestada una sartén á la vecina de la izquierda, y la confianza íntima con que dialogaban en el quinto el soldado y la mujer del zapatero.

Y dando un patético suspiro, se frotó las manos; y renunciando al ideal de cobrar dos veces, no pensó más en aquello y volvió a sus negocios. En cuanto a Reyes, al llegar al portal, donde trabajaba y comía un zapatero de viejo, tuvo varias ideas y un desmayo.

Es imposible respondió el Cojuelo , porque decendemos todos de la más noble y más alta Montaña de la tierra y del cielo, y aunque seamos zapatero de viejo, en siendo montañeses, todos somos hidalgos ; que muchos dellos nacen, como los escarabajos y los ratones, de la putrefacción.

Este hermoso matrimonio tiene numerosos hijos que enredan en el portal, o sirven de pequeños nudos a la gran red pescadora. Si tiene usted hija, mujer, hermana o acreedores, no viva usted en casa de zapatero de viejo. Usted al salir le dirá: Observe usted quién entra y quién sale de mi casa.

Esto necesita explicación: los artesanos en general no se embriagan más que el domingo y el lunes, algún día entre semana, las pascuas, los días de santificar, y por este estilo: el zapatero de viejo es el único que se embriaga todos los días: ésta es la clave de la paliza diaria; el vino, que en otros se sube a la cabeza, en el zapatero de viejo se sube a las espaldas de la mujer: es decir, que se trasiega.

Vuestra Majestad, respondió Don Juan, no he querido matar el jabalí; he querido traerlo vivo al palacio; pero esos soldados lo han matado cobardemente. Eres muy valiente, Don Juan, y mereces por esposa la 50 princesa mi hija. Le dieron un cuarto en el palacio y después de algunos días se celebraron las bodas. La princesa no sabía que se casaba con un pobre zapatero.

Habia mayordomos de los oficios de pintor, de carpintero, de tegedor, de tornero, de herrero, de platero, de zapatero, etc. El pueblo se dividia en parcialidades, cada una de las cuales estaba subordinada á un capitan y su segundo. Estos capitanes eran los comandantes de las embarcaciones, y dirigian en las espediciones á los soldados ó remeros.

Hasta don Antolín se asomaba por las mañanas a la puerta. ¿Cómo está el pequeño? ¿Igual...? ¡Todo sea por Dios! Y se retiraba, haciendo al zapatero la gran caridad de no hablarle de las pesetas que le debía, en atención al hijo enfermo.

Y ahora se me representa en el recuerdo la imagen de Belarmino, zapatero filósofo, que vivía también en Rúa Ruera, tipo casi fabuloso, al cual pertenece precisamente la anterior teoría sobre las palabras: «La mesa, decía, se llama mesa porque nos da la gana; lo mismo podía llamarse silla; y porque nos da la gana llamamos a la mesa y a la silla del mismo modo cuando las llamamos muebles; pero lo mismo podían llamarse casas; y porque nos da la gana llamamos a los muebles y a las casas del mismo modo cuando los llamamos cosas.

Palabra del Dia

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