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Actualizado: 23 de junio de 2025


En vez de buscar a Juanita en la antesala, la aguardó en el zaguán, sin entrar en la casa hasta que saliese Juanita para irse a dormir a la suya. Juanita no temía a nadie ni nadie se le atrevía, y se iba sola, aunque las calles estuviesen oscuras. Su casa, además, no estaba lejos.

Vió el asunto perdido, al menos por aquel lado, y no quiso prolongar más el doble martirio. Don Fadrique inclinó la cabeza y salió de la sala harto apesadumbrado. Apenas se vió en la antesala, bajó la escalera, abrió la puerta del zaguán y se lanzó á la calle, respirando con delicia el ambiente, como quien se está ahogando y logra sacar la cabeza del agua en que se hallaba sumergido.

La casa rebosaba de gente, derramaba torrentes de luz por sus ventanas; el zaguan estaba alfombrado y lleno de flores; allá arriba, acaso en su antiguo y solitario aposento, tocaba ahora la orquesta aires alegres, que no apagaban del todo el confuso tumulto de risas, interpelaciones y carcajadas. D. Timoteo Pelaez llegaba al pináculo de la fortuna, y la realidad sobrejujaba sus ensueños.

Abre ese portal y entra: te hallarás desde luego en un espacioso zaguan morisco, al pié de una galana arquería á cuyos tres vanos hace alegre fondo un fresco jardinillo.

Se compuso el sombrero, y se fué. A poco, cuando principiaba yo a escribir, en el zaguán voces femeniles que distrajeron mi atención. Venían muy majas y de ataque. ¡Papá! gritó la rubia, asomando su vivaracha cabecita. ¡Papá! ¡Ya estamos de vuelta!

Pablo y Gregoria llegaron silenciosos a la casa paterna, que entonces más que en ocasión alguna, parecía convento de cartujos; y empujando la puerta entornada, atravesaron el zaguán y el patio desiertos, donde algunas plantas amarilleaban ya bajo el cielo nublado de otoño, y entraron en la alcoba de don Aquiles.

El zaguán abierto de par en par, personas que aguardaban, mozos dispuestos para cerrar la puerta luego que entrase el ruidoso vehículo. ¡Hemos llegado!

Quedose en medio del zaguán la insigne Tribuna, sola, rezagada, vencida, llena de cólera ante tan vergonzosa dispersión de sus ejércitos. Para mostrar que ella no temía ni se fugaba, fue saliendo a pasos lentos y llegó al patio en ocasión que la guardia, aprovechándose de la ventaja fácilmente adquirida, expulsaba a las últimas revolucionarias, sin mostrar gran enojo.

Traerme a Madrid la chica... ¡Figúrate! ¿Y qué hiciste? Sin duda me inspiró Dios. Les miré de un modo que no debieron de comprender, y saliendo al zaguán les dije: «Quiero creer que no saben ustedes lo que pidenEn seguida, limpia de odio, besé a Inesilla y me volví a Madrid sin rencor... y sin ilusiones. ¡Lo creo!

En todas ellas una portada magnífica de mármol ó rico jaspe, trabajada con esmero; un zaguán que parece la antesala de una suntuosa habitación, con el pavimento y los muros de mármol, el techo estucado y la puerta interior de soberbios cristales con labrados de arabescos y bellos colores. La puerta está siempre abierta durante el dia.

Palabra del Dia

irrascible

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