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Actualizado: 19 de julio de 2025


Allá fuera, en la calle, percibió fuerte rumor de gente; luego extraños sonidos que le dejaron yerto. El pobre don Roque no sabía que le estaban dando a aquella hora sus enemigos una regular cencerrada. Estuvo por llamar a la criada, pero temió que tales sonidos fuesen como otras veces imaginarios. Y, en efecto, se confirmó en la idea al escuchar una descarga de campanas que le ensordecieron.

Había caído en prolongado estado comatoso, y rígido, yerto, se acercaba al día siempre seguro y sin mudanza de la eternidad. Moría sin fatiga ni dolor, como en un dulce descanso de aquella enfermedad misteriosa y horrible que había sido toda ella un estertor violento y una fatal agonía.

Estás más yerto que Hamlet viendo el espectro de su padreHizo cuanto le fue posible por mostrarse tranquilo; pero a los pocos instantes, con no poca sorpresa de los tertulios, se levantó bruscamente y sin despedirse se dirigió con paso rápido al sitio que ocupaba Barragán. Amigo Barragán le dijo en el tono más indiferente que pudo , ¿sabe usted en qué hotel para el marqués del Lago?

El niño fue a levantarse, pero no pudo; su hermanito se lo estorbaba. Levanta, Rafaelito. El chiquitín no se movía. ¡Levanta, Rafaelito! Miguel lo cogió entre los brazos y lo puso en pie; pero al ver que no se tenía, exclamó en alta voz: ¡Este niño está yerto! ¡Qué atrocidad! Y comenzó a sacudirlo y a frotarlo.

Miguel quedó yerto en el fondo de su escondite. La generala, con voz demudada, preguntó desde fuera: ¿Qué es eso, Carmen? ¡Señorita... un sombrero de hombre sobre su cama! Hubo unos instantes de silencio, durante los cuales el corazón de Miguel daba saltos terribles. La generala se repuso muy pronto.

No pidáis al corazón cantos de amor, que está yerto; porque en medio del desierto donde discurro sin calma, siento que agoniza el alma y mi númen está muerto. Madrid, 1882. ¡Dulces las horas en la propia patria donde es amigo cuanto alumbra el sol, vida es la brisa que en sus campos vuela, grata la muerte y más tierno amor!

Pero si los ojos no, el corazón lo vió con toda claridad. Quedó yerto, pegado al suelo. Sintió un desfallecimiento singular en las piernas como si fuese a caer. Mas prontamente la sangre hirvió dentro de su brioso temperamento de atleta. Tendiéronse sus músculos acerados y saltó sin tocar con las manos la paredilla de seis pies que cerraba la finca. Cayó en medio de la carretera.

Facundo entonces reprime su rabia, llama en su auxilio, apodéranse seis hombres del atlético oficial, lo estiran en una ventana, y bien amarrado de pies y manos, Facundo lo traspasa repetidas veces con aquella lanza que por dos veces le había sido devuelta, hasta que el oficial ha apurado la última agonía, hasta que reclina la cabeza y el cadáver yace yerto y sin movimiento.

Muy de mañana, yerto de frío y nervioso de impaciencia, esperó a Julia en la Plaza Mayor, viéndola llegar como el reo de muerte a quien le trae el indulto. La chica venía esperanzada en que sus palabras se trocarían pronto en buena propina, y sin dar tiempo a que él desplegase los labios, dijo: Hoy que tengo cosas que hablar con usted. Pero ¿qué le ha hecho usted a mi señorita?

Le daban miedo hasta el centelleo de sus pendientes de diamantes y el olor de todos sus menjurjes y perfumerías; y acaso, acaso, algo que su instinto infantil vela en el yerto lucir de sus ojos y en el forzado sonreír de su boca, que no era la golosina que arrastra a los niños a pegar sus frescos labios en la faz regocijada de su madre.

Palabra del Dia

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