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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Los pájaros revoloteaban con alegres gorjeos y, detrás de una tapia orlada de yedra, oíanse voces de niños que reían y disputaban entre confusos pataleos y llamadas guerreras. Las mujeres pasaban con su cesto de provisiones al brazo. Un carpintero, delante de su banco, cepillaba unas tablas, cuyas olorosas virutas se rizaban alrededor.
La fragancia se respira de las flores y las plantas, y todo anunciar parece paz y contento en la casa que, al fondo, con ornamentos de verde yedra se alza. ¡Cuánto, mintiendo, extravian las apariencias villanas!
Una colina cortada a pico, muy alta, cuya ladera, casi vertical, mostraba, como si fuera la yedra de una muralla ciclópea, pinos, castaños y robles, que trepaban cuesta arriba cual si escalaran una fortaleza, escondía y humillaba a Raíces por el Sur; el mar y las dunas le dejaban abierto a los vientos del Norte y del Noroeste, y restos de un bosque le rodeaban por Oriente y Occidente.
También llegó a interrumpirse la desesperante continuidad de la barrera de aquel lado, y entonces columbré sobre un cerro, encajonado en el fondo de un amplio seno de montes, un castillo roquero que, aunque ruinoso y cargado de yedra, conservaba las principales líneas de su sencilla y elegante arquitectura. ¿Qué castillo es aquél? pregunté al espolique.
No poco gustaba ella de sentarse en algún poyo rústico o de pararse a meditar al pie de corpulento roble, cuyo añoso tronco estaba revestido de trepadera yedra y de madreselva olorosa. Pero todo esto era para después y como recurso y consuelo.
Ni un rayo del sol penetra bajo aquellas cúpulas sagradas donde vaga el genio de toda una raza, de toda una civilización extinguida.... A la derecha, entre pabellones de yedra y tupidos arbustos y colosales olmos, se destacan las murallas y los torreones de la línea interior de fortificaciones que separaba la Alhambra propiamente dicha de los vastos jardines de la ciudadela.
Un detalle para terminar: de los actores, según la relación, pudieron todos librarse de las llamas, y de uno de ellos dice: «El que hacía la figura de San Onofre salió casi desnudo, con una mata de yedra por paños menores, y los muchachos le siguieron dándole ¡Vaya! hasta su casa, que estaba lejos.»
Otro día compró Paz para su gabinete un espejo antiguo con marco de talla, una verdadera obra de arte. Hojas de vid, tallos de yedra, flores, acantos, cintas y volutas encerraban la luna de ancho bisel: fue preciso restaurarlo, y cuando acabada la obra lo entregaron, mandó dejarlo en el despacho para que lo viese su padre, y allí lo vio también Pepe al descargarlo los mozos.
Circundaba toda la huerta una tapia de bastante espesor y elevación por donde trepaban la yedra y la madreselva cautelosamente hasta asomar sus hojas por encima como pilluelos que entrasen a robar fruta y tratasen antes de espiar al jardinero.
Han de salir agora dos Numantinos vestidos como sacerdotes antiguos, y traen asido de los cuernos en medio de entrambos un carnero grande, coronado de oliva ó yedra, y otras flores, y un paje con una fuente de plata y una toalla al hombro, otro con un jarro de plata lleno de agua, otro con otro lleno de vino, otro con otro plato de plata con un poco de incienso, otro con fuego y leña, otro que ponga una mesa con un tapete, donde se ponga todo esto, y salgan en esta scena todos los que huviere en la comedia en habito de Numantinos, y luego los sacerdotes, y dexando el uno el carnero de la mano, diga: SACERDOTE PRIMERO.
Palabra del Dia
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