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Actualizado: 16 de junio de 2025


Siempre lo mismo, siempre igual. Mi vida, cansada está de sus antiguos vuelos, y estúpida persigue la medida carrera de dos rieles paralelos. ¡Siempre igual!... Hay la misma establecida mudéz indescifrable de los cielos; la misma torpe humanidad vencida besando la cadena de sus duelos.

A medida que el día se levanta, las montañas nacen, las perspectivas retroceden, los planos se destacan y se caracterizan; bandadas de pájaros de todos colores recorren el aire con toda suerte de vuelos y de evoluciones. Bien pronto la hora del trabajo puebla los senderos y los campos.

Cada época tiene sus necesidades. Es llegado el momento de abandonar la hermosa provincia en que hemos tenido tantas cosas que admirar en la naturaleza, en el arte, en las acciones de los hombres. Descansemos de nuestras correrías y vuelos, y preparémonos á cruzar el Genil para emprender por la bendecida tierra de Sevilla nuevas y no menos interesantes peregrinaciones .

¿Quién penetraba mejor que doña Luz el sentido de todos sus discursos? ¿Quién le seguía mejor, quien se le adelantaba a veces en los vuelos y raptos de imaginación, cuando pugnaba por levantarse a aquellas regiones adonde el prosaico razonamiento no llega? Sin duda que doña Luz. Doña Luz era, pues, para el Padre un ser muy superior a cuanto la rodeaba, y digno de predilección decidida.

Si ahora sufría aquel insulto, ¡Dios sabe adónde llegarían los vuelos de la niñaEl majo los escuchaba, pintada la angustia en su semblante. Al fin exclamó con desesperación, mesándose los cabellos: ¡Tenéis razón! Soy un calzonazos, un sinvergüenza. Pero no puedo... ¡no puedo! ¡Esa mujer me ha cogido la acción! La maga.

El atavío de la niña, que nada tiene de bonita, esta compuesto de voluminoso guarda-infante, y estrecho corpiño rosa, de lama de plata con galones de este metal colocados diagonalmente en la mitad inferior de la falda; mangas afolladas con vuelos de gasa y lazos rojos.

Doña Ramona, hermana del maestro y viuda del pellejero, quería mucho al chico, de quien había cuidado en la niñez, y sostenía que su candor no debía calificarse de simplicidad, sino de exceso de imaginación poética. Una vez cortados los vuelos de esta imaginación, el chico, según doña Ramona, sería apto para todo, se abriría camino y subiría como la espuma.

Pero la actitud reservada, aunque atenta y afable de la brigadiera, le imponía respeto y le cortaba los vuelos para desahogar el pecho. Por otra parte, deseaba también entrar en la cuestión de intereses y no se atrevía, temiendo ofender su orgullo.

Ella la visitaba casi todos los días, y eran muy contados los en que la sacaba para comer en casa, pero solas las dos a la mesa. Cuando Luz vivía a su lado, tenía que llevarla consigo en sus viajes de veraneo, por no saber dónde dejarla más segura. Pero esta atadura cortaba sus vuelos de peregrina elegante, y dejaba su paladar de cortesana a media miel. Ahora sería muy distinto el caso.

En realidad, un secreto es un pequeño martirio, un pequeño cilicio, un leve hormigueo de la memoria, una ligera y constante inquietud del espíritu. En medio de la multiplicación de nuestras ideas, de sus vuelos y revuelos, de nuestros anhelos diarios, de nuestros quehaceres, de nuestras tristezas y alegrías, el secreto está clavado en nuestro cerebro, ocupando una gran parte de su actividad.

Palabra del Dia

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