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Actualizado: 29 de junio de 2025
Eran demasiado altivas para negar y sobrado sinceras para afirmar. A todo esto empeñábanse todos en explicar sus votos respectivos; así, que no había manera de entenderse. ¡Ea! dijo el conde de M... Yo voy a dilucidar la cuestión. ¿Usted? Sí, señores, yo mismo. ¿Cómo? Explicándoles a ustedes el amor que mata y el amor que no trunca la existencia.
Cuando recobra el uso de sus sentidos, surge en el corazón de su amante una terrible lucha entre su primera pasión y sus recientes votos, pero al fin vencen los últimos. Lucrecia, obligada á renunciar á sus esperanzas, se aleja de allí con el alma desgarrada.
La poblacion se ha disminuido en vez de aumentar ... y dejando estas reflexiones, tristes para todos, y mas aun para un español, terminamos nuestro capítulo sobre América, haciendo votos sinceros por la prosperidad de la raza española que puebla sus regiones, raza noble, raza digna, que no puede perecer jamas, por mas que con sus desgracias haya hecho creer á la anglo-sajona del Norte que un dia la absorberá; no, no, ese dia es imposible, ese dia no llegará.
Sería alcalde y las facultades de éste contrarrestaban muy bien las del ayuntamiento. Los del Saloncillo lo presentían también. Ambos partidos luchaban con empeño feroz. Por fin, el anciano alcalde perdió la elección por un corto número de votos.
Y estando así juntos y congregados, reflexionaron que, sin embargo de haberse fijado carteles, citando á los Señores Vocales del Congreso general del dia de ayer, para que hoy á las tres de la tarde concurriesen á firmar la acta, no convenia por las ocurrencias que han sobrevenido el que se hiciese nueva reunion de concurrentes, ni se consideraba necesaria para el fin indicado, supuesto que en el Congreso de ayer se recogieron los votos rubricados, y se publicaron todos, cada uno en el acto mismo de haberse dado.
Siempre que la expedición hacía un alto, y muchas veces mientras caminaba, recontaba los votos seguros, añadía los recaudados últimamente, y acababa por formar un estado general, cercenando una tercera parte de los probables y añadiéndoselos al enemigo, para ponerse don Simón en el peor caso imaginable.
La aplicacion que hizo de sus conocimientos médicos en su propio individuo, inspiraron á los jesuitas que lo asistian, el mas vivo deseo de poseerlo; y sea que obrase en él la gratitud, sea que se hallase bajo el influjo de sentimientos mas elevados, no tardó en decidirse á pronunciar sus votos.
Se acostó un día sobre la paja, negándose á salir, mirando á Bastiste con ojos vidriosos y amarillentos que hacían expirar en los labios del amo los votos y amenazas de la indignación. Parecía una persona el pobre Morrut; Batiste, al recordar su mirada, sentía muchas veces deseos de llorar.
Este pensamiento me sobresaltó. Aproveché la primer coyuntura para entrar en conversación aparte con la superiora. Con cierta astucia, que no había reconocido en mí hasta entonces, fui llevándola adonde era mi propósito, y pude averiguar una noticia que hizo brincar a mi corazón. La hermana San Sulpicio necesitaba renovar sus votos en el mes entrante, que era cuando terminaban los cuatro años.
En vez del escalamiento me pareció más factible, si no tan sabroso, gestionar la salida de la hermana por la puerta principal del convento, para lo cual me propuse averiguar si estaba dispuesta a renovar sus votos cuando llegase el plazo. Porque, dada su edad, no podían aún haber trascurrido los ocho años necesarios para hacer el voto perpetuo... A no ser que lo hubiese hecho la primera vez.
Palabra del Dia
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