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Actualizado: 5 de junio de 2025


Bermúdez miraba de cuando en cuando a la Regenta, a quien había amado en secreto, y otras veces a Visitación, a quien había querido siendo él adolescente, allá por la época en que la del Banco, según malas lenguas, se escapó con un novio por un balcón.

Ocho días había estado sin conseguir hablar a solas un momento con Ana, y cuando logró tal intento fue para convencerse de que aquella exaltación de la tarde dichosa había pasado acaso para siempre. Visitación se volvía loca.

Pero, amigo, era su obligación: era pariente, era de los íntimos de la casa, de los que se quedaban a comer, y necesitaba hacer lo que los demás, correr, alborotar, y hasta dar pellizcos a las señoras, si a mano venía. Siempre se quedaba solo; si quería decir algo a la Regenta, a Visitación o a Edelmira, le dejaban las damas con la palabra en la boca, sin poder remediarlo, distraídas.

Pero aún no había lavado su pecado original que llevaba en el nombre. El Provisor despreciaba el tal círculo. Visitación fue la primera dama agregada, por su prurito de agregarse a todo. Actualmente era la tesorera de las protectrices.

¡La creen mi querida! decía con acento iracundo . ¡Mi pobre Visitación, tan buena, tan cariñosa, tan mansita para todo, convertida en una cualquiera por esos miserables! ¡Una amante que he sacado para mi diversión del Colegio de Doncellas nobles...! ¡Como si yo, viejo y enfermo, estuviera para pensar en esas porquerías! ¡Indecentes...!, ¡miserables...! ¡Por menos se cometen muchos crímenes...!

Aquel programa famoso de distracciones y placeres formado entre Quintanar y Visitación, había empezado a caer en desuso a los pocos días, y apenas se cumplía ya ninguna de sus partes.

No quiero que se enteren mis familiares, pues serían capaces de reírse; no quiero que sepa nada mi pobre Visitación... ¡Y yo no disimular!, ¡no puedo fingir alegría cuando estoy irritado...! ¡Qué infierno el que sufro! ¡No poder decir que he sido hombre, que he sido débil, como hecho de carne que soy, y que llevo conmigo los frutos de mi falta, sin querer separarme de ellos aunque la calumnia me persiga!

El Obispo al ver al Magistral se ruborizó, como un estudiante de latín sorprendido por sus mayores con la primera tagarnina. «¿Qué era aquello?», quería decir la mirada del Magistral, que saludó a las señoras inclinándose con gracia y coquetería inocente. «¡Unas señoras con el Obispo! ¡Y ningún caballero las acompañaba! Esto era nuevo». Cosas de Visitación.

Y razonaba diciendo: don Álvaro sabe mucho de estas aventuras, ya habrá él aprovechado la ocasión, ya se habrá dado trazas para quedarse a solas con ella. Paco y Joaquín no habrán puesto obstáculos, habrán procurado lo mismo para quedarse con Obdulia y Edelmira respectivamente. Visitación los habrá ayudado. Bermúdez es un idiota... de fijo están solos.

En vn arca se allaron los cordones con borlas que vinieron de Italia, con los espejos que embió el Conde de Castrillo. Vn marco dorado grande. Tragaronse del pasadiço vna lamina de vna quarta de alto, de vn S.to de la orden de S.n Francisco, otra lamina de un salbador, de una quarta de alto. Otra lamina en vitela, de la visitación de S.ta Isauel. Vn Pastorbonus.

Palabra del Dia

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