Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Entonces estaba tan cerca, que se oían las voces de mando de los oficiales ingleses. Muchachos, a vuestras piezas dijo Kernok precipitándose hacia un banco con la bocina en la mano ; a vuestras piezas, y ¡voto a tal! no hagáis fuego sin que os lo manden. ¡El abordaje!... ¡El abordaje!... Unos se suspenden de las jarcias, otros se lanzan hacia los obenques. VÍCTOR HUGO, «Navarin».

Los cumplimientos del Magistral fueron escaseando, sin saberse por qué, cuando se jubiló don Víctor, y por fin cesaron las visitas. Don Víctor y don Fermín se hablaban algunas veces en la calle, en el Espolón; se saludaban siempre con la mayor amabilidad. Se estimaban mutuamente.

Su propósito no lo penetraba don Víctor, pero sentía los efectos de la perfidia del canónigo. «», pensaba el ex-regente, mientras el Magistral volvía a enumerar los sacrificios de amor propio, pundonor y otras muchas cosas que exigía la religión a un buen cristiano a quien su mujer engañaba: «, he estado ciego, me he portado indignamente, he debido matar a Mesía de una perdigonada, sobre la tapia, o si no correr en seguida a su casa y obligarle a batirse a muerte acto continuo; el mundo lo sabe todo, Vetusta entera me tiene por... un... por un...» y saltaba don Víctor cerca del techo al oírse a mismo en el cerebro la vergonzosa palabra.

Y Perales, que lo dice tan bien, mi amigo Perales. Y que habrá tanta gente añadió la Marquesa. Por Dios, señora: con mil amores, si no fuera.... ¿No voy otras veces? ¡Pero si mañana tengo que comulgar! ¡Ta, ta, ta, ta! ¿y qué tiene eso que ver? ¿Lo sabe la gente? ¿Vas al teatro a pecar? ¡El arte es una religión! advirtió don Víctor consultando el reloj, temeroso de perder lo de

Pero esto no colmaba su deseo, no satisfacía su amor propio, sería un placer efímero y una venganza... ¡y además era casi imposible! Pocas veces se había atrevido a visitar a la Regenta, que no le recibía si no estaba don Víctor en casa.

Don Víctor había salido a los pasillos a fumar y disputar con los pollastres vetustenses que despreciaban el romanticismo y citaban a Dumas y Sardou, repitiendo lo que habían oído en la corte.

«Aquel Frígilis, el de los eucaliptus, había tenido la culpa. Se lo había metido por los ojos. Y hacía ocho años y todavía pensaba en esta mala pasada de Frígilis como si fuera una injuria de la víspera. ¿Y si se hubiera casado con don Frutos Redondo? Acaso le hubiera sido infiel. ¡Pero aquel don Víctor era tan bueno, tan caballero!

¡Adiós, adiós, hasta mañana temprano! dijo Frígilis librándose de la mano trémula que le sujetaba un brazo. «¡Egoísta, pensó don Víctor al quedarse solo ; es la única persona que me quiere en el mundo... y es egoísta!». Se abrió la puerta. Vaciló un momento.... Se le figuró que del patio salía una corriente de aire helado....

Los frailes de Yuste huyeron á su aproximación, y los soldados franceses profanaron la iglesia, robaron cuanto hubieron á mano, penetraron en el convento, saquearon su rica despensa y vaciaron su bien provista bodega, de cuyas resultas estaban todos ebrios cuando les llegó la orden de evacuar inmediatamente aquella comarca y salir á juntarse á las tropas del mariscal Víctor.

Necedades de don Víctor; había levantado el brazo señalando a las nubes; aquello parecía como responder del buen tiempo; en efecto, la tarde estaba hermosa, podía asegurarse que no llovería... pero ¿y qué? ¿Era esa razón suficiente para salir con el enemigo al campo? Porque aquel era el enemigo, , don Fermín volvía a sospecharlo.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando