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Actualizado: 23 de julio de 2025
No volvió a verla en el mundo de la realidad, por más que la buscó; pero se forjó él otro mundo a su capricho, en el cual la veía a todas horas; porque aquel mundo era para los dos solos, Y viéndola allí y admirándola sin cesar, le parecía que volaba el tiempo que había de correr hasta que la encontrara de veras; porque este encuentro había de ocurrir necesariamente. Lo creía con ciega fe.
Ahora contemplaba una catarata luminosa y espumeante rodando en el fondo de su ensueño, y podía al fin caminar, aproximarse a ella, viéndola a cada paso más grande, sintiendo en su rostro la fresca caricia de la humedad. En medio del estrépito de esta caída líquida llegaban a su oído apagadas voces humanas.
Toda la sangre de su corazón refluyó hacia sus mejillas cuando me vio, y tuve necesidad, por cierto, de toda mi resolución, para no correr a su encuentro y estrecharla entre los brazos en plena calle. ¿De dónde viene y a dónde va? Esta fue la primera pregunta que le dirigí viéndola extraviada y como aventurándose en una parte de París, que debía ser el fin del mundo para la condesa De Nièvres.
La señorita Guichard, asombrada por esta respuesta, levantó los ojos sobre Herminia y viéndola muy tranquila, tuvo un movimiento de irritación. Hija mía, si no hubiéramos partido lo hubierais hecho Mauricio y tú, con desprecio de todos los compromisos adquiridos ... He parado, sencillamente, un golpe que me asestaban....
Vamos dijo al fin, voy a recoger el jarro, que ya está oscureciendo. Subieron de nuevo por el senderito al camino real, y tornaron a emparejarse. Andrés le propuso que fuesen de bracero, como los señores en la ciudad, y viéndola suspensa, sin saber en qué consistía, se lo explicó prácticamente. La zagala lo encontró muy gracioso.
Alicia se había casado con un duque francés que tenía veinte años mas que ella, y á los pocos meses de matrimonio daba mucho que hablar á las gentes. Doña Mercedes, ofendida, la castigaba viéndola muy de tarde en tarde, con la esperanza de que este desvío hiciese imitar finalmente á la duquesa de Delille las tradiciones maternales.
Ayer no te vi dijo Dupont frunciendo el ceño y coloreándosele las mejillas. No pude ir, don Pablo, Me retrasé... unos amigos... Ya hablaremos de eso. ¿Tú sabes qué fiesta fue la de ayer? Te hubieras conmovido viéndola.
Le parecía que estaba viéndola, tan arrogantona y tan... y luego con su blandura de entraña... Pero Dios no había querido que las cosas pasaran de allí; y hoy un hijo y mañana otro, le había llevado los tres que había ido teniendo, y por último a ella, que valía un Potosí de oro puro, y con ella, la luz y la alegría de la casona, que fenecería «mañana u el otru» con el pobre don Celso, que ya había estado a punto de morir.
En los días sucesivos figurábase que seguía viéndola o que se iba a aparecer por cualquier puerta cuando menos lo esperase... El mucho pensar en ella la llevó, al amparo de la soledad del convento, a tener por las noches ensueños en que la señora de Santa Cruz aparecía en su cerebro con el relieve de las cosas reales.
Es estos coloquios iban don Quijote y su escudero, cuando vio don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda; y, en viéndola, se volvió a Sancho y le dijo:
Palabra del Dia
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