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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Vergonzosa sería la victoria del que saliese vivo de aquí, y más vergonzoso el término de quien aquí quedase muerto o herido. La poca vergüenza contestó Pedro Carvallo feroz y groseramente es la de esas viles palabras con que tratáis de disimular vuestra cobardía. Defendeos o mataros he como a un perro. Pedro Carvallo se abalanzó entonces con furia contra Morsamor.

El rubor no la dejó en todo el camino. Marchaba en un estado de confusión y vergüenza que la impedía ver el suelo que pisaba. De vez en cuando sus labios se movían murmurando: ¡Qué brujas, Dios mío, qué brujas! Pero debajo de aquella vergüenza latía un pensamiento dulce más vergonzoso aún.

Después que la poetisa hubo mostrado en todo su esplendor, adornándole con las galanuras del estilo, su incomparable ingenio; después que me dejó corrido y vergonzoso por la diferencia que resultaba entre su inventiva maravillosa y el seco, estéril y encanijado parto de mi caletre, ¿cómo había de atreverme á continuar leyendo?

Un hijo no riñe a su madre. Pero la mata a disgustos; la compromete, compromete la casa... la fortuna, la honra... la posición... todo... por una... por una.... ¿Dónde ha comido usted? Era inútil mentir, además de ser vergonzoso. Su madre lo sabía todo de fijo. El Chato se lo habría contado. El Chato que le habría visto apearse de la carretela en el Espolón.

Al notar la distracción del muchacho, el maestro pensó que estaría leyendo alguna novela, y por temor de encontrarse con un nuevo libro obsceno y vergonzoso, no se lo pidió, limitándose a observarle que no se venía a la clase a leer novelas... No estoy leyendo novelas, replicó Manuel Peralta, con su desagradable voz de pollo que comienza recién a cacarear.

El médico iba á pie, recomendando al cochero que marchase despacio. Miguel la vió pasar, rígida, los ojos agrandados por el asombro, la boca crispada por el dolor, con aquel moribundo en sus rodillas. Su actitud era la misma de la madre divina al pie de la cruz, pero con algo impuro y vergonzoso en su pena que hacía inadmisible la imagen. «¡Oh, Venus dolorosaNo pudo continuar sus pensamientos.

Tenía talento e instrucción, y hablaba bien francés, español e italiano, aunque todo con el acento de su tierra. Tenía modales finísimos, aire aristocrático y conversación muy amena cuando tomaba confianza, pues en general parecía tímido y vergonzoso, y a cada paso, por cualquier motivo y a veces sin aparente motivo, se ponía colorado como la grana.

No, no lo creí... Era que la pobreza me cegaba... Y no lo creo, no. Perdóneme Dios el mal pensamiento de llamar al diablo con todos esos arrumacos; perdóneme también la Virgen Santísima. Si no valer eso poique ser muquier... replicó Almudena vergonzoso , saber otra cosa... que si jacer , coger has tuda la diniera que querier.

Salió doña Lupe al pasillo, y vio luz en un cuartito interior, donde la mujer de Maxi guardaba su ropa. Empujó la puerta. Allí estaba, ya sin mantilla, sacando ropa del armario y metiéndola en un mundo. «¿Pero querrá usted al fin sacarme de dudas? dijo sin recatarse ya de alzar la voz . Esto es vergonzoso.

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